domingo 25 de diciembre de 2011
Cismas modernistas e Iglesias homosexuales
En la Historia de la Iglesia ocurrieron varios cismas. Un cisma es, literalmente, una ruptura con el Cuerpo Místico de Cristo y se origina por una separación de un grupo de fieles de la Iglesia Católica. El cisma y la herejía no son exactamente iguales, mientras que el primero implica solamente la ruptura con la Comunión de los Santos, la segunda implica una negación de una verdad de fe. Así, por ejemplo, tenemos noticia del Cisma de Novaciano, quien en cambio no cayó en la herejía como si lo hicieron los paulistas de los primeros siglos de la Iglesia. Los Donatistas en cambio, además de cismáticos fueron herejes porque negaban el dogma de la Fe.
Esta breve introducción tiene como objeto poner en relación histórica los modernos cismas respecto a los antiguos. ¿Quién puede acaso desconocer el Cisma de Oriente que aún tiene separada e imbuída en el error a la Iglesia Oriental de la Latina? ¿Quién puede desconocer que los novadores del Siglo XVI, con Lutero a la cabeza además de arrastrar a media Europa a la herejía lo hicieron al cisma, ya que destruyeron la antigua unidad cristiana?
Más, como dijo una vez mi querido amigo Leonardo “cismáticos y herejes eran los de antes”. ¡Que difícil es encontrar hoy en un hereje modernista la altura intelectual de un Calvino o un Lutero! NO, hoy en día no encontramos aquellas largas especulaciones teológicas, erróneas, sí,pero que exigían tanto al hereje como al apologista un verdadero debate, donde los últimos debían responder las tesis de los primeros. Hoy, los cismáticos y los herejes son simplemente modernistas, Su único argumento es la necesidad de conciliar la iglesia con el mundo. En Jn XVI: 18 Nuestro Señor nos dice que no nos debe importar el odio del mundo, porque el Mundo le odió a él primero al punto que lo mató, porque el mundo ama las tinieblas. En esta navidad, donde celebramos el misterio del Nacimiento del Verbo Encarnado que vino a dar Luz. Más, el Apostol Amado nos insiste en que el Mundo despreció la Luz.
Todo cisma nace del orgullo, del deseo de falsa libertad, de aquella libertad que San Agustín llamó “libertad para el error”. Entre estos grupos modernistas que tanto abundan hoy en dia, estas “Iglesias independientes” quisiera comentar sobre la “Iglesia Católica Apostolica Tradicional”, una comunidad que vegeta entre el veterocatolicismo y el anglicanismo, sin una doctrina definida, sin una posición cierta pero que hace gala de una cosa: ser una Iglesia inclusiva. Con este nombre quiere designar a una comunidad de homosexuales activos. Así, por ejemplo, el obispo de esta Iglesia “inclusiva” se dirige al sitio “Cristianos Gay” con las siguientes palabras:
Y yo siento que NUESTRO SEÑOR ama a todos por igual y me da tristeza que las grandes iglesias que promueven tanto el amor “” tengan una mente primitiva
El Señor no ama a todos por igual. A los condenados no los ama, no ama a los que mueren en pecado mortal, porque de haberlos amado les hubiera permitido redimirse. Reconocerse pecador es el primer paso para acceder al amor de Dios, empero, insistir en el pecado, admitirlo y sentirse orgulloso de ello no es sino, un pecado peor que el de los demás, porque se equipara al “Non serviam” de Satanás. ¿Pero si se trata de un “tradicional”? Nos dirá alguno, otro incluso dirá que celebran la Misa Latina o que las mujeres usan mantillas. Yo les pregunto ¿Acaso los episcopalianos en los Estados Unidos no hacen los mismo y sin embargo simulan ordenaciones femeninas y de homosexuales activos? ¿Acaso no ocurre eso mismo en la High Church Anglicana? ¿No es verdad que entre los luteranos se “celebran matrimonios homosexuales” utilizando rituales similares a los tridentinos? Si nuestro apego a la Tradición es meramente por los ritos, no somos católicos, somos “ritualistas”, como los anglocatólicos británicos del XIX. Si en cambio, creemos firmemente y sin duda en la Sana Doctrina, si seguimos a Cristo nin preguntar, sin dudar y sin temer, entonces somos verdaderos católicos, unidos al Cuerpo Místico de Cristo. Somos fieles y como declaró el Concilio de Florencia, solamente los fieles pueden aspirar a la Salvación.
Esta breve introducción tiene como objeto poner en relación histórica los modernos cismas respecto a los antiguos. ¿Quién puede acaso desconocer el Cisma de Oriente que aún tiene separada e imbuída en el error a la Iglesia Oriental de la Latina? ¿Quién puede desconocer que los novadores del Siglo XVI, con Lutero a la cabeza además de arrastrar a media Europa a la herejía lo hicieron al cisma, ya que destruyeron la antigua unidad cristiana?
Más, como dijo una vez mi querido amigo Leonardo “cismáticos y herejes eran los de antes”. ¡Que difícil es encontrar hoy en un hereje modernista la altura intelectual de un Calvino o un Lutero! NO, hoy en día no encontramos aquellas largas especulaciones teológicas, erróneas, sí,pero que exigían tanto al hereje como al apologista un verdadero debate, donde los últimos debían responder las tesis de los primeros. Hoy, los cismáticos y los herejes son simplemente modernistas, Su único argumento es la necesidad de conciliar la iglesia con el mundo. En Jn XVI: 18 Nuestro Señor nos dice que no nos debe importar el odio del mundo, porque el Mundo le odió a él primero al punto que lo mató, porque el mundo ama las tinieblas. En esta navidad, donde celebramos el misterio del Nacimiento del Verbo Encarnado que vino a dar Luz. Más, el Apostol Amado nos insiste en que el Mundo despreció la Luz.
Todo cisma nace del orgullo, del deseo de falsa libertad, de aquella libertad que San Agustín llamó “libertad para el error”. Entre estos grupos modernistas que tanto abundan hoy en dia, estas “Iglesias independientes” quisiera comentar sobre la “Iglesia Católica Apostolica Tradicional”, una comunidad que vegeta entre el veterocatolicismo y el anglicanismo, sin una doctrina definida, sin una posición cierta pero que hace gala de una cosa: ser una Iglesia inclusiva. Con este nombre quiere designar a una comunidad de homosexuales activos. Así, por ejemplo, el obispo de esta Iglesia “inclusiva” se dirige al sitio “Cristianos Gay” con las siguientes palabras:
Y yo siento que NUESTRO SEÑOR ama a todos por igual y me da tristeza que las grandes iglesias que promueven tanto el amor “” tengan una mente primitiva
El Señor no ama a todos por igual. A los condenados no los ama, no ama a los que mueren en pecado mortal, porque de haberlos amado les hubiera permitido redimirse. Reconocerse pecador es el primer paso para acceder al amor de Dios, empero, insistir en el pecado, admitirlo y sentirse orgulloso de ello no es sino, un pecado peor que el de los demás, porque se equipara al “Non serviam” de Satanás. ¿Pero si se trata de un “tradicional”? Nos dirá alguno, otro incluso dirá que celebran la Misa Latina o que las mujeres usan mantillas. Yo les pregunto ¿Acaso los episcopalianos en los Estados Unidos no hacen los mismo y sin embargo simulan ordenaciones femeninas y de homosexuales activos? ¿Acaso no ocurre eso mismo en la High Church Anglicana? ¿No es verdad que entre los luteranos se “celebran matrimonios homosexuales” utilizando rituales similares a los tridentinos? Si nuestro apego a la Tradición es meramente por los ritos, no somos católicos, somos “ritualistas”, como los anglocatólicos británicos del XIX. Si en cambio, creemos firmemente y sin duda en la Sana Doctrina, si seguimos a Cristo nin preguntar, sin dudar y sin temer, entonces somos verdaderos católicos, unidos al Cuerpo Místico de Cristo. Somos fieles y como declaró el Concilio de Florencia, solamente los fieles pueden aspirar a la Salvación.
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