martes, 11 de septiembre de 2012
DECLARACION DE DOM TOMÁS DE AQUINO
Ante el comunicado del R.P.Bouchacourt, el Monasterio de la Santa Cruz declara que se llamó a Su Excelencia Reverendísima Monseñor Richard Williamson por considerarlo un digno defensor de la fe católica, capaz de confirmar en la fe no solamente a los monjes del Monasterio de la Santa Cruz, sino también a las comunidades religiosas y a los fieles que ven con gran preocupación la nefasta política de los acuerdos prácticos con Roma antes que Roma se convierta de sus errores liberales y modernistas.
¿Por qué los capuchinos, los dominicos y también los benedictinos de Bellaigue tuvieron a sus candidatos apartados o amenazados de ser apartados de la recepción de la orden sacerdotal si no es por causa de su oposición a la política de los acuerdos? Y esto sucedió cuando Roma ya no quería los acuerdos, al menos por ahora.
Es faltar a la verdad el callar las verdaderas razones de lo que estamos viviendo. ¿Por qué se le pidió a Monseñor Williamson que cerrara sus “Comentarios Eleison” si no es por causa de la doctrina allí expuesta? ¿Por qué Monseñor Tissier de Mallerais tuvo que interrumpir sus predicaciones si no es porque éstas estaban en contra de ésta misma política? ¿Por qué el Padre Koller fue amenazado de castigo si no es porque predicó en contra de ésta misma política? ¿Por qué los padres Cardozo, Chazal, Pfeiffer y otros fueron castigados o expulsados si no es a causa de su oposición a esta misma política?
Cuidado, había advertido Monseñor de Galarreta hace algunos meses:
Por el bien de la Fraternidad y de la Tradición, se debe cerrar lo más rápidamente posible la “caja de Pandora” para evitar el descrédito y la demolición de la autoridad, las contestaciones, las discordias y las divisiones, quizás sin retorno.
Y Monseñor de Galarreta se preguntaba cuáles serían esas condiciones requeridas para una propuesta totalmente aceptable, o sea, para una victoria que solamente puede ser doctrinal, porque en este combate todo reposa sobre la fe. Y el mismo respondía remitiéndose a los textos de Monseñor Lefebvre citados en su exposición.
Citemos uno de esos textos:
No tenemos la misma manera de concebir la reconciliación. El cardenal Ratzinger la ve en el sentido de reducirnos, de traernos al Vaticano II. Nosotros la vemos como un retorno de Roma a la Tradición. No nos entendemos. Es un diálogo de sordos. No puedo hablar mucho del futuro, ya que el mío está detrás de mí. Pero si vivo un poco aún y suponiendo que de aquí a un determinado tiempo Roma haga un llamado, que quiera volver a vernos, reanudar el diálogo, en ese momento sería yo quien impondría las condiciones. No aceptaré más estar en la situación en la que nos encontramos durante los coloquios. Esto se terminó.
Plantearía la cuestión a nivel doctrinal: “¿Están de acuerdo con las grandes encíclicas de todos los papas que los precedieron? ¿Están de acuerdo con Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei, Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están en plena comunión con estos papas y con sus afirmaciones? ¿Aceptan aún el juramento antimodernista? ¿Están a favor del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo? Si no aceptan la doctrina de sus antecesores, es inútil hablar. Mientras no hayan aceptado reformar el Concilio considerando la doctrina de estos papas que los precedieron, no hay diálogo posible. Es inútil.” (Fideliter n°66, noviembre-diciembre 1988, pp. 12-13)
Conclusión: La caja de Pandora no ha sido realmente cerrada, ya que no se está siguiendo la línea trazada por Monseñor Lefebvre.
Pero probablemente el P. Bouchacourt dirá que al contrario, que en el Capítulo General todo se resolvió. Todo está en perfecto orden. Infelizmente, esta no es la verdad. El Capítulo General mantuvo el objetivo de los acuerdos en una base diferente de la expuesta anteriormente por Monseñor Marcel Lefebvre. Lean los Comentarios Eleison de Monseñor Williamson sobre las seis condiciones y verán que las resoluciones del Capítulo General son insuficientes y diferentes a las de Monseñor Lefebvre.
Otros dirán: ¿Usted que tiene con eso? Tengo, porque la fe es un bien común de la Iglesia y yo pertenezco a la Iglesia, y tengo, además, responsabilidades en relación a los monjes de la Santa Cruz y a los fieles que nos manifiestan su confianza. Todavía otros dirán: La obediencia transfiere las responsabilidades a los superiores y obedeciendo nadie se engaña. Infelizmente las cosas no son tan simples. Fue así que la mayoría de los obispos aceptó el Concilio Vaticano II.
Me dirán también: Usted, señor, está contribuyendo a la división de la Tradición. Respondo que la unión debe hacerse en torno de la verdad, o sea, de la fe católica; y las palabras y actitudes de Monseñor Fellay ya no son, infelizmente, de un discípulo de Monseñor Lefebvre, el cual sí defendió la verdad sin concesiones. ¿Por qué silenciar a Monseñor Williamson y a Monseñor Tissier de Mallerais? Lean la carta de los tres Obispos a Monseñor Fellay y sus asistentes y allí encontrarán las razones del combate de la Tradición y las razones de nuestra actitud.
Corção repetía sin cesar que una falsa noción de la caridad y de la unión hacía estragos profundos en la resistencia católica. Cuando se separa la caridad de la verdad, la caridad deja de ser caridad. Muchos, aún entre sus amigos, lo acusaron de faltar a la caridad por causa de sus artículos. Pero la primera caridad es decir la verdad. Corção era el que tenía razón, como los hechos lo demostraron. La misma acusación fue hecha en contra de Monseñor Lefebvre.
En cuanto a la unión, Corção decía con humor que la experiencia le había enseñado que, contrariamente al dicho popular: “la unión hace la fuerza”, el había tristemente constatado que frecuentemente la unión hace la flaqueza. ¿Y por qué? Porque una unión fuera de la verdad, una unión hecha de concesiones, una unión que sacrifica la fe es una flaqueza que “vuelve débil a la gente fuerte”. ¿No fue esto precisamente lo que sucedió en el Concilio Vaticano II? Por el bien de la unión con Paulo VI, muchos obispos acabaron firmando documentos inaceptables. La unión no hace la fuerza, sino al contrario.
Ahora en la Tradición quieren que nos unamos a toda costa con los que creen que los errores del Concilio no son tan graves, con los que creen que el 95% del Concilio es aceptable, que la Libertad Religiosa de DignitatisHummanae es muy limitada, que no se debe hacer de los errores del Concilio superherejías. Pero esto no es verdad. El Concilio fue el mayor desastre de la historia de la Iglesia desde su fundación, como dijo Monseñor Lefebvre en su libro Del Liberalismo a la Apostasía. Si se trata de unirnos sobre estas bases, prefiero abstenerme y trabajar para la restauración integral de la fe católica como siempre nos aconsejó y exhortó Monseñor Marcel Lefebvre, esperando que la Fraternidad se recobre nuevamente en la fe, como espero que lo haga, ya que tiene los medios para ello y cuenta con excelentes obispos y sacerdotes.
En cuanto a la acusación de que engañé a los fieles, dando la falsa impresión de que invité a Monseñor Williamson con todos los permisos de Monseñor Fellay, puedo afirmar que no escondo a nadie, desde hace mucho tiempo, nuestra oposición política a Monseñor Fellay, y aunque el pueblo brasileño es un poco ingenuo, no creo que sea tanto como lo piensa el Padre Bouchacourt. Lo contrario es lo que es cierto. ¿Quién no sabe que Monseñor Williamson es mal visto en Menzingen? Pero aquí es bien visto, porque la obediencia es una virtud si está sometida a virtudes mayores, y sobre todo a la fe, esperanza y caridad. Hacer de la obediencia un arma para paralizar a la Tradición es repetir el golpe maestro de Satanás, como dijo Monseñor Lefebvre, que puso a toda la Iglesia en desobediencia a su propia Tradición por la obediencia. Nosotros no lo haremos. Que digan lo que quieran. Hay un problema, y este problema es de fe y es grave. En cuanto a nosotros, nuestra posición está tomada: a saber, apoyar a los defensores de la fe como lo hicieran Monseñor Lefebvre, Monseñor Antonio de Castro Mayer, San Pío X y toda la Tradición de la Iglesia. Si tenemos que sufrir a causa de esto, sufriremos, pues Nuestro Señor nos previno: “Quien quiera vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirá persecución” (2 Tim. 3, 12).
En cuanto a la Fraternidad, nosotros la consideramos una obra providencial fundada por un Obispo que llevó a lo más alto el heroísmo en las virtudes más difíciles, que son aquellas para las cuales Dios creó los dones de sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. A Monseñor Lefebvre lo consideramos como una luz que brilló en las tinieblas del mundo moderno, y la Fraternidad es su obra y su heredera, pero con la condición de permanecer fiel a la gracia recibida. Nosotros rezamos por ella, y si nos oponemos a la política de Monseñor Fellay, no es por ningún deseo hostil en contra de la Fraternidad, sino por amor a ella y al propio Monseñor Fellay, así como amamos a la Santa Iglesia y por amor a ella combatimos al liberalismo y al modernismo de sus enemigos que se instalaron dentro de ella. Que Dios bendiga y guarde a la Fraternidad San Pío X, a la cual debo todo lo mejor que he recibido, tanto en lo que se refiere a la fe como respecto al sacerdocio, que recibí de manos de Su Excelencia Monseñor Marcel Lefebvre.
Dom. Tomás de Aquino
8 de septiembre de 2012
Natividad de Nuestra Señora
Fuente: Non Possumus
o que não se faz pelo poder?
ResponderExcluirTradição ou Traição.
Nada se perde com esse mosteiro, quase na falência.
Depois de tantos anos ainda engatinha, pois coisa boa já não era.
Só ver Barroux, ai está a diferença.
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