domingo, 23 de septiembre de 2012
La falsa teoría del "bautismo" de deseo/sangre - I
I <!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> – El caso del Padre Feeney
Nota introductoria: Son muchos los tradicionalistas ―ya sea porque están engañados o bien porque son de mala voluntad― que creen en la doctrina herética de los llamados “bautismos de deseo/sangre”. Ellos creen y hacen creer a los incautos que es una doctrina de la Iglesia. Sin embargo, eso es totalmente falso puesto que no ha habido ningún Papa en toda la historia de la Iglesia que haya enseñado magisterialmente dicha doctrina. Muchos de los defensores de esta falsa doctrina usan, entre muchos de sus argumentos, el caso del P. Leonard Feeney SJ; un sacerdote norteamericano que fue “excomulgado” en la década de 1950; caso que por lo demás no tiene nada que ver con la teoría del “bautismo de deseo/sangre (como se verá en esta serie). Cuando usan este argumento, ellos omiten relatar todos los pormenores de este caso (lo que revela su mala voluntad). En esta serie de artículos presentaremos todos los pormenores del caso del P. Feeney; lo que demostrará, por tanto, que el argumento esgrimido no prueba en absoluto lo que los defensores del “bautismo de deseo/sangre” pretenden hacer al citar el caso del P. Feeney. Es recomendable leer esta serie completa a medida que la vayamos publicando para comprender enteramente el contenido y alcance de este caso.
Los herejes y modernistas resisten a la verdad al igual que resisten a Aquél que es la Verdad (Juan 14, 6). Y porque resisten a la verdad, ellos también se resisten a los hechos, porque los hechos relatan la verdad sin mezcla de error. Uno de los hechos que los modernistas y herejes resisten más que a todos, es el que la Iglesia Católica ha enseñado infaliblemente que fuera de la Iglesia Católica no hay salvación y que Juan 3, 5 debe entenderse según está escrito y que el sacramento del bautismo es necesario para la salvación (Trento, sesión 7, can. 5 sobre los sacramentos).
El P. Leonard Feeney SJ |
Papa León XIII, Satis cognitum, # 5, 29 de junio de 1896: “Al contrario, quien en un solo punto rehúsa su asentimiento a las verdades divinamente reveladas, realmente abdica de toda la fe, pues rehúsa someterse a Dios en cuanto a que es la soberana Verdad y el motivo propio de la fe”<!--[if !supportFootnotes]-->[2]<!--[endif]-->.
El Padre Feeney se hizo famoso por su posición pública a favor del dogma fuera de la Iglesia Católica no hay salvación en las décadas de los años 1940 y 1950. La mayoría de las personas no se dan cuenta que, ya en esa época, la mayoría de los obispos del mundo no eran tradicionalistas acérrimos. La mayoría de los obispos del mundo ya habían abrazado la herejía del indiferentismo, lo que explica la razón de por qué la mayoría de ellos firmaron los documentos heréticos del Vaticano II poco tiempo después. Ellos habían abrazado la idea herética de que la “ignorancia invencible” salva a los que mueren como no católicos, como lo he discutido en algunas secciones anteriores. Por ello, es fácil detectar la herejía contra el dogma en la mayoría de los manuales y textos de teología desde comienzos del siglo XIX. De hecho, en su época, el P. Feeney escribió a todos los obispos del mundo acerca del dogma fuera de la Iglesia no hay salvación y sólo recibió tres respuestas positivas. En otras palabras, sólo tres de los obispos del mundo en ese tiempo manifestaron una creencia positiva en el dogma fuera de la Iglesia Católica no hay salvación tal como había sido definido. No es de extrañar, por tanto, que el Vaticano II haya sido aprobado prácticamente sin resistencia por el episcopado.
El P. Feeney creía y predicaba el dogma ―tal como había sido definido― públicamente en Boston. Él creía y predicaba que si un hombre no abrazaba la fe católica ―sea judío, musulmán, protestante o agnóstico― él perecerá eternamente en el infierno. Muchos se convirtieron, y muchos se enojaron. Él tenía no pocos enemigos, en especial entre los cada vez más numerosos modernistas, políticamente correctos y entre el clero comprometido.
El hereje modernista Richard Cushing |
Cushing estaba aliado con otros clérigos herejes de Boston ―el área donde estalló la controversia. El P. John Ryan SJ, director del Instituto de Educación de Adultos de la Universidad de Boston, declaró, en otoño de 1947: “No estoy de acuerdo con la doctrina del P. Feeney sobre la salvación fuera de la Iglesia”<!--[if !supportFootnotes]-->[3]<!--[endif]-->. El P. Stephen A. Mulcahy SJ, decano de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Boston, la designó como: “La doctrina del P. Feeney de que no hay salvación fuera de la Iglesia”<!--[if !supportFootnotes]-->[4]<!--[endif]-->. Y el P. J.J. McEleney SJ, provincial de la provincia de New England de la Compañía de Jesús, le dijo al P. Feeney, en una reunión personal, que se le había ordenado transferirlo a la Universidad de Holy Cross debido a “su doctrina”<!--[if !supportFootnotes]-->[5]<!--[endif]-->. El P. Feeney respondió rápidamente: “¿Mi doctrina sobre qué? A lo que el P. McEleney respondió: “Lo lamento, no podemos hablar de eso”.
Desde el principio, estos clérigos caídos se unían más bien en torno al tema del P. Feeney que por la verdadera razón que estaba por detrás. Esto les permitió centrarse en el P. Feeney e ignorar a Jesucristo, de cuya doctrina se trataba.
Papa Pío IX, Nostis et nobiscum, # 10, 8 de diciembre de 1849: “En particular hay que procurar que los mismos fieles tengan fijo en sus almas y profundamente grabado el dogma de nuestra santa religión de que es necesaria la fe católica para obtener la eterna salvación. (Esta doctrina recibida de Cristo y enfatizada por los Padres y Concilios, también está contenida en las fórmulas de profesión de fe usadas por los católicos latinos, griegos y orientales)”<!--[if !supportFootnotes]-->[6]<!--[endif]-->.
Estos herejes no se daban cuenta que al despreciar un dogma definido como siendo algo de invención del P. Feeney, era blasfemo y severamente deshonesto. Pero Dios no puede ser burlado. Vemos que hoy en día sucede lo mismo, de manera especialmente rampante entre los llamados tradicionalistas. Pero volveré a este punto.
El 2 de diciembre de 1948, el presidente del Colegio de Boston, el P. William L. Keleher SJ, tuvo una entrevista con el Dr. Maluf, quien era un aliado del P. Feeney en su posición a favor del dogma. El P. Keleher declaró:
“El P. Feeney recurrió a mí al principio de esta situación y me habría gustado haber hecho algo dejando claro que yo no estaba de acuerdo con su doctrina sobre la salvación… Él (el P. Feeney) seguía repitiendo frases como ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’”<!--[if !supportFootnotes]-->[7]<!--[endif]-->.
Cuando Maluf (un miembro de la facultad del Colegio de Boston) respondió que esta “frase” era un dogma definido, el P. Keleher dijo:
“Los teólogos del Seminario de San Juan y el Colegio Weston disienten de la doctrina del Padre Feeney sobre la salvación de los no católicos”<!--[if !supportFootnotes]-->[8]<!--[endif]-->.
Pues este es, en breves palabras, el caso del Padre Feeney. El Padre Feeney sostenía ―como había sido definido― que no hay salvación para los que mueren como no católicos. Sus adversarios, incluyendo el P. Keleher (presidente del Colegio de Boston), el arzobispo de Boston, los sacerdotes del Colegio de Boston, y los “teólogos” del Seminario de San Juan, sostenían una doctrina diferente “sobre la salvación de los no católicos”. Esta fue la batalla. Esa fue la línea divisoria. Se estaba de un lado o del otro. Se creía que no había salvación para los que mueren como no católicos o se creía que sí había salvación para los que mueren como no católicos. Permítaseme recordar brevemente al lector, de qué lado se encuentra la Iglesia Católica.
Papa Gregorio XVI, Summo iugiter studio, # 2, 27 de mayo de 1832:
“Finalmente, algunas de estas personas descarriadas intentan persuadirse a sí mismos y a otros que los hombres no se salvan sólo en la religión católica, sino que incluso los herejes pueden obtener la vida eterna”<!--[if !supportFootnotes]-->[9]<!--[endif]-->.
Un sacerdote jesuita de la nueva religión del Vaticano II describe magistralmente cómo fue la escena cuando “el Caso de la Herejía de Boston” (es decir, si sólo los que mueren como católicos pueden salvarse) estalló a la vista del público durante la Semana Santa de 1949.
Mark S. Massa, “SJ”, Los Católicos y la Cultura Americana, p. 31: “El Caso de Herejía de Boston estalló a la luz pública durante la Semana Santa de 1949. Los despidos de los discípulos de Feeney del Colegio de Boston fue la noticia de primera plana en todo el noreste: el New York Times inició una serie sobre Feeney y su grupo, y las revistas Newsweek, Life, y Time publicaron artículos sobre los ‘disturbios’ de Boston. En el que es quizás el día santo más solemne del calendario católico, el Viernes Santo, los Feeneyistas (sic) se colocaron afuera de las parroquias de Boston portando carteles, advirtiendo la inminente subversión de la verdadera doctrina por los mismos líderes de la Iglesia y vendiendo la última edición de Desde los Tejados. Como un estudiante del evento observó, la cuestión de la salvación remplazó a los Red Sox como tema de conversación en los bares de Boston, y todo el que fuese visto usando un cuello romano se convertía en un ‘protagonista’ potencial en la historia. El único suceso que los historiadores de la Iglesia podrían imaginar como hecho análogo, fue el de Constantinopla en el siglo cuarto, donde las muchedumbres tumultuosas batallaron en las calles sobre la definición de la divinidad de Jesús, y las frases teológicas griegas se convirtieron en lemas entre los contrincantes”<!--[if !supportFootnotes]-->[10]<!--[endif]-->.
El 13 de abril de 1949, el P. Keleher (presidente del Colegio de Boston) despidió al Dr. Maluf, a James R. Walsh y a Charles Ewaskio de la facultad del Colegio de Boston por acusar al colegio de herejía contra el dogma fuera la Iglesia no hay salvación. En su declaración a la prensa del 14 de abril, donde explicó la razón de sus despedidos, el P. Keleher dijo:
“Ellos continuaron hablando en las clases y fuera de las clases sobre cuestiones contrarias a la enseñanza tradicional de la Iglesia Católica, ideas conducentes al fanatismo y la intolerancia. Su doctrina es errónea y como tal, no puede ser tolerada en el Colegio de Boston. Se les informó que debían dejar de enseñar aquello o salir de la facultad”<!--[if !supportFootnotes]-->[11]<!--[endif]-->.
No se puede dejar de notar el doble lenguaje del P. Keleher: estos hombres fueron despedidos por ideas conducentes a la intolerancia, que no podían ser toleradas. Si aquí la falsa doctrina es la intolerancia, como indica el P. Keleher, entonces él se estaría condenando por su propia boca. Por otra parte, no se puede pasar por alto la aseveración desvergonzada del P. Keleher de que “su doctrina (es decir, el dogma solemnemente definido de que los que mueren no católicos no se pueden salvar) es errónea”. Por esta declaración, Keleher está afirmando que la doctrina de la Iglesia (que no hay salvación fuera la Iglesia) es errónea y de ninguna manera es suya. Este fue el tipo de carácter herético, anticatólico que estaba confabulado con el arzobispo Richard Cushing en el esfuerzo de aplastar la predicación del dogma por el P. Feeney.
Este fue el principio del fin, por así decirlo, como se verá cuando analicemos las consecuencias en Boston por causa de su traición al dogma fuera la Iglesia no hay salvación.
Próxima publicación de esta serie: El Protocolo 122: 49 (Suprema haec sacra)
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<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> Esta serie de artículos están extraídos del libro Fuera de la Iglesia Católica no hay absolutamente ninguna salvación, Hno. Peter Dimond OSB, 2ª edición española, Santiago de Chile, 2012. Este primer artículo está sacado del cap. 26, pp. 270-274, de este libro.
[2] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878‐1903), p. 394.
[2] The Papal Encyclicals, vol. 2 (1878‐1903), p. 394.
<!--[if !supportFootnotes]-->[3]<!--[endif]--> Hno. Robert Mary, Father Feeney and The Truth About Salvation, p. 13.
<!--[if !supportFootnotes]-->[4]<!--[endif]--> Hno. Robert Mary, Father Feeney and The Truth About Salvation, p. 13.
<!--[if !supportFootnotes]-->[5]<!--[endif]--> Hno. Robert Mary, Father Feeney and The Truth About Salvation, p. 14.
<!--[if !supportFootnotes]-->[6]<!--[endif]--> The Papal Encyclicals, vol. 1 (1740‐1878), p. 297 y nota 4.
<!--[if !supportFootnotes]-->[7]<!--[endif]--> Hno. Robert Mary, Father Feeney and The Truth About Salvation, p. 16.
<!--[if !supportFootnotes]-->[8]<!--[endif]--> Hno. Robert Mary, Father Feeney and The Truth About Salvation, p. 16.
<!--[if !supportFootnotes]-->[10]<!--[endif]--> P. Mark Massa, Catholics and American Culture, New York: The Crossroad Publishing, Co., 1999, p. 31.
<!--[if !supportFootnotes]-->[11]<!--[endif]--> Hno. Robert Mary, Father Feeney and The Truth About Salvation, p. 18.
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