sábado, 30 de octubre de 2010
San Pablo contra Sodoma.
La Sagrada Escritura y, especialmente el sentido común son tan claros sobre el tema de la homosexualidad que el Magisterio de la Iglesia a tratado muy poco de esta materia. (1)
1. En el Antiguo Testamento,
además del castigo de Sodoma (Génesis 19), debemos citar la ley dada
por Dios a Israel: Lev. 18, 22 designa a la sodomía como una
abominación, Lev 20, 13 castigados con la muerte). En el Nuevo Testamento,
San Pablo condena explícitamente este vicio en varias epístolas
(Romanos 1, 24-32, que se citan a continuación 1 Cor 6,10: "Ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni
los infames, ni los ladrones, [...] heredarán el reino de Dios (2)", 1 Tim 1,10, dice la misma manera que "los asesinos, los fornicarios, los infames [...](3)".
2. El sentido común
también es suficiente para ver que este vicio es contra la naturaleza,
puesto que utiliza al contrario de su finalidad natural una función que
Dios ha dado para la transmisión de la vida. Una desviación así de
grave, en un asunto tan importante para el bien común (el futuro de la
sociedad depende de ello), evidente que es gravemente pecaminosa.
Sin
embargo, esto ya no aparece tan obvio para muchos de nuestros
contemporáneos. Debemos ahora argumentar para defender lo que antes era
evidente.
Comencemos pues el asunto, preguntando por qué y cómo se puede haber llegado a tal extremo.
Sobre este punto en particular la Sagrada Escritura, y San Pablo especialmente, van a aclararnos mucho.
San Pablo va hasta la raíz del mal
En
el primer capítulo de su epístola a los Romanos, San Pablo no se
limita, en efecto, a denunciar el vicio. Él establece claramente un
vínculo causal entre la infidelidad (idolatría) y la impureza contra la
naturaleza. Leamos el pasaje (Rom 1,18-32):
1. La idolatría de los gentiles es inexcusable, porque el verdadero Dios se manifiesta en la creación.
En
efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad
e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia;
pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se
lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo,
se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y
su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a
Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien
se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se
entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, cambiaron la
gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de
hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles.
2. Consecuencia de esta maldad, Dios los abandonó a sus pasiones.
Por
eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza
tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la
verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en
vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
3. Consecuencia (continuación): el vicio contra la naturaleza
Por
eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron
las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los
hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos
los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre,
recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío.
4. San Pablo repite su razonamiento: causa y consecuencia.
Y
como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios,
entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no
conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad,
henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de
malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores,
altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres,
insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales, aunque
conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que
tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a
los que las cometen.
San
Pablo lo dice pues y lo repite: la ceguera moral llevada hasta la
aprobación de los vicios contra la naturaleza es una consecuencia de la
impiedad. Una máxima atribuida a San Agustín resume esta enseñanza: Este estigma no es sólo un pecado, es más bien el castigo del pecado (4)
La explicación de Santo Tomás
En su comentario sobre la Epístola a los Romanos, Santo Tomás de Aquino insiste también:
Cabe
señalar que es con razón que el Apóstol pone los vicios contra la
naturaleza -que son el más grave de los pecados de la carne- como
castigo por la idolatría. Se percibe que estos defectos parecen haber
comenzado a desarrollase con la idolatría - es decir, los días de
Abraham, cuando se reconoce generalmente que la idolatría comenzó. Se
lee en el capítulo 19 del Génesis que estos defectos han sido castigados
por primera vez en la persona de los habitantes de Sodoma. Y del mismo
modo, los vicios de este tipo han crecido progresivamente a medida que
creció la idolatría. Así se lee en el segundo libro de los Macabeos que
Jasón se atrevió a poner los jóvenes más nobles en lugares infames (5) y no fue el comienzo, sino el desarrollo y el progreso de la adopción de costumbres paganas (6)
El Doctor Angélico se refiere indirectamente al mismo tema en una cuestión de su Summa Theologica.
Se pregunta por qué el rito de la circuncisión fue instituida en la
época de Abraham, y no justo después de la caída original. Él respondió
que en la época de Adán, incluso después del pecado, la fe y la razón
natural era todavía lo suficientemente fuerte por lo que el hombre no
necesitaba ese rito. Sin embargo, al tiempo de Abraham, la religión se
había debilitado al punto que la mayoría de personas se volcaron a la
idolatría, y a la vez, la razón natural estaba oscurecida por las
pasiones de la carne hasta el punto de hacer caer al hombre en pecado
contra la naturaleza. Por lo tanto, era el momento en que Dios
instituyese, para el hombre, un rito que fuese al mismo tiempo la señal
de la fe en Dios, y un remedio para el deseo carnal (7).
Encontramos
así, en esta respuesta, el vínculo entre el progreso de la idolatría y
el de los vicios contra la naturaleza. El primero es una falta contra la
naturaleza divina, Dios permite como castigo la segunda, que va en
contra de la naturaleza del hombre (8).
Confirmación en el siglo XVII
En el siglo XVII, el famoso exégeta Cornelius a Lapide (9) confirma esta explicación:
Las pasiones monstruosas son la pena de la infidelidad, la impiedad y la herejía (10).
Tras señalar que los herejes de su tiempo (protestantes) han manifestado la verdad de esta frase en sus costumbres (11), investiga la causa de ese vínculo entre la impiedad y la impureza. Da dos razones.
1.
En primer lugar, porque donde no hay fe, no hay gracia de Dios; y donde
no hay gracia de Dios, no encontramos la castidad, sino todo tipo de
concupiscencias. Era justamente por eso que Lutero decía que la
fornicación era tan necesaria al hombre como el alimento, y que se oye
por todos lados, entre los innovadores, el axioma de que la castidad es
imposible; porque, realmente, es imposible a Lutero y a los herejes. Eso
es justo lo que San Jerónimo dijo: "Es difícil encontrar a un hereje
que ame la castidad; aunque la pueda recomendar por palabras y
alabarla".
2.
En segundo lugar, a causa de que la herejía y la infidelidad nacen del
orgullo, y que la pasión impura es el castigo del orgullo, del mismo
modo en que la castidad es la recompensa de la humildad (12).
Confirmación al día de hoy
La
conclusión se impone por si misma: la repugnante invasión de los vicios
de Sodoma en nuestros países - y su formalización por infames leyes -
no son sólo azotes sociales. Son también, y principalmente, castigos.
Nuestros
países son, hace tiempo, oficialmente apóstatas; oficialmente ateos.
Incluso, por la ideología de los derechos humanos, oficialmente
idólatras. Por tanto, es natural, lógico, necesario, que estas
costumbres se instalen en ellos. San Pablo dijo:
No
tienen excusa, porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como
a Dios, y le dieron gracias, sino que se entregaron a sus deseos y sus
corazones sin inteligencia se hundieron en la oscuridad. [...] Por eso
Dios los entregó a las pasiones vergonzosas [...] Ya que no se
preocuparon por conocer a Dios, Dios los entregó a su mente réproba.
Esto
no quiere decir que en el orden individual sólo un idólatra, o un
impío, puedan experimentar las tentaciones contra la naturaleza.
Todos los seres humanos están marcados por el pecado original y el
desorden de la naturaleza se manifiesta de diferentes maneras en cada
uno. Sin contar las patologías propiamente dichas, uno nacerá más
propenso a la ira, el segundo fue la pereza, y otro más vulnerable a tal
o cual tentación de lujuria. Una educación inadecuada, choques
psicológicos mal curados u ocasiones precoces de escándalo podrán
exacerbar y agravar esta herida, en la fragilidad de la infancia o la
adolescencia. En este caso, como frente a cada uno de los pecados
capitales, sólo la lucha diaria, con la oración y la gracia de Dios,
permitirá superar el vicio y establecer la virtud.
Pero
en el orden público, aquel de cada nación, la aceptación del vicio
contra la naturaleza, tal como lo estamos experimentando hoy en día, no
puede ser más que un castigo. La paganización de las costumbres es la
consecuencia inevitable de la paganización de las ideas.
¿Cómo reaccionar?
¿Estarán
los católicos condenados a asistir impotentes a la destrucción gradual
de la sociedad? Ciertamente que no. Por eso, para actuar con eficacia,
para escapar del ciclo de derrotas en que parecen haber caído, deben
tomar consciencia, ante todo, de las verdaderas causas del mal –
aquellas que denuncia San Pablo.
Nuestra
sociedades apóstatas y ateas no pueden ser bendecido por Dios. La
decadencia que las golpea es el castigo de aquella impiedad. No sirve de
nada luchar contra esta decadencia si no luchamos al mismo tiempo, y
primeramente, contra esa impiedad. Luchar sin Dios contra los males que
resultan precisamente de la ausencia de Dios es, obviamente, un sin
sentido (13).
Después de haber comentado extensamente a San Pablo, podemos concluir citando a San Juan:
Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Y esta victoria sobre el mundo, nuestra fe. - Omne natum quod ex Deo vincit mundum, et haec est victoria quae vincit mundum, fides nostra. (1 Juan 5: 4)
___________________
1) Solo accidentalmente la enseñanza tradicional
ha abordado la cuestión. Un decreto del Santo Oficio del 24 de
septiembre 1665 trata de la sodomía no para definir que es un pecado
(parece demasiado obvio), sino para indicar cómo este pecado se debe
acusar en la confesión (la naturaleza de la culpa debe ser especificado
de forma explícita, una acusación genérica no es suficiente para que la
confesión sea íntegra) (DS 2044). - La anarquía generalizada introducida
en la Iglesia por el Concilio Vaticano II permitió que algunos
"teólogos" trataran de legitimar este vicio. Frente a esto, el Vaticano a
terminado por intervenir para recordar que "los actos homosexuales son
intrínsecamente desordenados y que no puede en ningún caso ser
aprobados" (29 de diciembre de 1975, DS 4583, reproducido en el nuevo
Catecismo de la La Iglesia Católica, § 2537). Pero este "magisterio
conciliar" se desacredita por los errores que también promueve, y no
puede considerarse como una referencia solida (a lo más es una argumento
ad hominem o un argumento a fortiori [ "Si hasta las autoridades
conciliares, tan inclinadas al laxismo, denuncian este pecado ..."]);
tampoco se impuso de manera firme, y los errores contrarios continúan
siendo impunemente difundidos. - Un ejemplo reciente: la “Documentation
catholique”, del 2 de enero de 2005, publicó una conferencia de Timothy
Radcliffe (antiguo Maestro de la Orden Dominicana), titulado “La
afectividad y la Eucaristía”. En la introducción, explica que T.
Radcliffe fue interrogado, después de su intervención, sobre el
"matrimonio homosexual". Y sin mostrar ni asombro, ni desaprobación, la
introducción añade: "respondió que era favorable a la apertura de la
Iglesia hacia los homosexuales para " buscar con ellos la verdad y
escuchar su experiencia. "(DC 2327, p. 38.)
2) Neque fornicarii, neque idolis servientes, neque adulteri, neque molles, neque masculorum concubitores, neque fures [...] regnum Dei possidebunt.. El término "infame" (en latín: concubitores masculorum) se refiere a los sodomitas.
3) [...] Homicidis, fornicariis, masculorum concubitoribus [...].
4) Haec spurcitia non solum peccatum est, sed et poena peccati (PL 40, col. 1326; esta serie de sermones que ahora comúnmente se considera apócrifa.)
5)
2 Mc 4, 13 (cita de Thomas de la Vulgata). - En tiempos de Antíoco
Epifanio, Jason consigue hacerse nombrar sumo sacerdote en Jerusalén, y
se esfuerza por introducir las costumbres griegas entre los ciudadanos.
La Biblia cuenta: " Era tal el auge del helenismo y el progreso de la
moda extranjera a causa de la extrema perversidad de aquel Jasón,
que tenía más de impío que de sumo sacerdote, que ya los
sacerdotes no sentían celo por el servicio del altar, sino que
despreciaban el Templo; descuidando los sacrificios, en cuanto se daba
la señal con el gong se apresuraban a tomar parte en los gimnasios de
los ejercicios contrarios a la ley; sin apreciar en nada la honra
patria, tenían por mejores las glorias helénicas. Por esto mismo, una
difícil situación les puso en aprieto, y tuvieron como enemigos y
verdugos a los mismos cuya conducta emulaban y a quienes querían
parecerse en todo. Pues no resulta fácil violar las leyes divinas; así
lo mostrará el tiempo venidero”. (2 Mc 4, 13-17).
6) «Et est notandum quod satis rationabiliter Apostolus vitia contra naturam quae sunt gravissima inter peccata carnalia, ponit idolatriae poenam, quia simul cum idolatria incepisse videntur, scilicet tempore Abrahae,
quando creditur idolatria incepisse. Unde et tunc primo leguntur in
Sodomitis punita esse, ut Gn 19. Simul etiam idolatria crescente,
huiusmodi vitia creverunt; unde dicitur 2 Mc 4, quod Jason ausus est sub
arce optimos quosque epheborum in lupanaribus ponere. Erat autem hoc non initium, sed incrementum quoddam et profectus gentilis et alienigenae conversationis. » (Saint THOMAS, Com. in Rm 1, lect. VIII)
7) St. Thomas, III, q. 70, a. 2, ad 1.
8)
Santo Tomás dice que todo pecado es en cierto sentido, contra la
naturaleza porque va en contra de lo que nuestra razón nos dice que ser
conforme a nuestra naturaleza racional, pero algunos pecados se oponen
no sólo a nuestra naturaleza racional, sino la naturaleza física en sí
(que compartimos con los animales). Son doblemente contra la naturaleza.
9) Cornelio a Lapide (Cornelius Van den Steen), SJ., 1567-1637.
10) “Hinc patet infidelitatis, impietatis et haeresis pœnam esse monstrosas libidines” (Cornelio a Lapide, en Romanos, 1, 26).
11) "Talia monstra quoque ab haeresi nata nostra vidit et protulit aetas. - Nuestro siglo también ha visto y ha producido ese tipo de monstros, nacidos de la herejía. "(Ibíd.).
12) "Primo,
quia ubi non est fides, ibi non est gratia Dei ; ubi non est gratia
Dei, ibi non est castitas, sed omnis concupiscentia : ut merito dixerit
Lutherus, concubitum homini tam necessarium esse quam cibum, et passim
apud Novantes personat hoc axioma, castitatem esse impossibilem, quia vere Luthero et haereticis impossibilis est. Vere ergo dixit S. Hieronymus, lib. II Comment, in Osece cap. IX:
"Difficile est invenire haereticum qui diligat castitatem, etiamsi eam
verbis commendet et prae se ferat". Secundo, quia haeresis et
infidelitas oritur ex superbia, superbiae autem poena est libido, sicut
humilitatis praemium est castitas"(Ibid)
13)
Recordamos las palabras del Cardenal Pie: "Cuando Jesús Cristo no reina
por los beneficios que se derivan de su presencia, reina por todas las
calamidades inseparables de su ausencia". (Discurso en Chartres, 11 de
abril de 1858; Episcopal de Obras, v. 1, p. 84.)
Extraído de La Sal de la Tierra Nº 52, por Dominicus.
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