Sacerdocio femenino
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Como católicos sabemos que la ordenación de mujeres no sólo no es lícita, sino absolutamente inválida. Si un obispo realiza sobre una mujer el ritual de ordenación, no le transmite el Espíritu Santo, simplemente no ocurre nada, salvo el sacrilegio de simular un sacramento.
Aquellas Iglesias que ordenan mujeres tienen una concepción del sacerdocio muy diferente a la que posee la teología católica. En efecto, mientras que para la teología sacramental el sacerdote es un Alter Christus, para las Iglesias "Inclusivas" (como se autodenominan) el sacerdote o sacerdotisa es un "ministro de la iglesia", es decir, realiza la acción litúrgica no en lugar de Cristo, sino como representante, como presidente de la Iglesia. Esta definición del sacerdocio no es católica, sino protestante. De allí que utilicen como argumento, la existencia de ministras en el protestantismo.
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Estas Iglesias se aceptan la teoría de género por la de diferenciación sexual. Dicha teoría sostiene que los caracteres "femeninos" y "masculinos" en general, y la diferencia sexual, no son naturales, sino que son situaciones histórico-culturales. Para ellos, Dios no marcó ninguna diferencia entre hombres y mujeres, sino que fueron las sociedades patriarcales quienes crearon el mito para poder subyugar a las mujeres. Sostienen estos "teólogos" que Cristo, al no haber elegido mujeres como sus apóstoles, habría caído bajo esa concepción machista, patriarcal y fálica, porque su mente estaba condicionada por las ideas de la época. Esto también incluye a la homosexualidad. En efecto, al no haber "hombres" ni "mujeres", sino productos culturales, la homosexualidad es una elección libre y cultural propia de nuestro tiempo [¡cómo si no existieran desde la antigüedad!], que debe ser también aceptada y a quienes es necesario abrir el sacerdocio.
La ordenación femenina es muy reciente en el "catolicismo independiente". La primer mujer sobre la cual se simuló una ordenación fue Izabela Wiłucka-Kowalska en la Iglesia Veterocatólica Mariavita de Polonia. Ante este hecho, todas las iglesias veterocatólicas excomulgaron a los mariavitas y le expulsaron de la Unión de Utrech, que los agrupaba. En el año 1949, la Old Catholic Church en Estados Unidos comenzó a ordenar mujeres... nuevamente Utrech reaccionó de la misma manera. ¿Cuándo los veterocatólicos decidieron "abrir" la ordenación? Recién en 1998, principalmente por las presiones de la Iglesia Anglicana, con la cual se encuentra en intercomunión. Posteriormente, los mariavitas tuvieron un cisma y una rama de ellos rechazó la ordenación de mujeres y se reincorporó a la Comunión de Utrech.
La ordenación femenina es más que nada una retórica de la igualdad, pero no tiene un correlato en las prácticas reales y concretas. En mi estudio, tomé un total de diecisiete Iglesias que forman parte del Movimiento Sacramental Independiente en América Latina, es decir, iglesias autocéfalas que no están en comunión con las iglesias históricas que reclaman sucesión apostólica. Ocho de esas iglesias ordenaban mujeres. Ahora, cuando estudié los números y clérigos ordenados, las mujeres siempre fueron minoría. Existen casos de comunidades en las que ni siquiera se ordenó a una sola mujer. En todas ellas, las ordenadas son minorías y en las que se consagraron "obispas", nunca representan un número significativo frente a los obispos. Es decir, la igualdad de género es una cuestión retórica, que sirve como propaganda, pero que no tiene un correlato en las prácticas reales.
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Cabe preguntarse ¿Qué significa la "ordenación femenina" en términos reales? Nada, en ninguna Iglesia que se haya abierto el orden a las mujeres, estas poseen posiciones de poder o de gobierno. Bajo una retórica igualitaria, las mujeres que apostatan de la fe católica y se introducen en éstos movimientos quedan en una verdadera posición de dominación y dependencia, reducidas a simples auxiliares, sin ningún poder de participación ni gobierno. Es decir: retórica hueca y vacía. Simple retórica feminista.
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