Profissão de Fé do Blog.

Profissão de Fé do Blog "Creio em um só Deus, Pai onipotente, Criador do céu e da terra, de todas as coisas visíveis e invisíveis. E em um só Senhor, Jesus Cristo, Filho Unigênito de Deus, nascido do Pai, antes de todos os séculos. Deus de Deus, Luz de Luz, Deus verdadeiro de Deus verdadeiro. Gerado, mas não feito, consubstancial ao Pai, pelo qual foram feitas todas as coisas. Ele, por causa de nós, homens, e nossa salvação, desceu dos céus. E se incarnou por obra do Espírito Santo, da Virgem Maria. E se fez homem. Foi também crucificado por nós; sob Pôncio Pilatos, padeceu e foi sepultado. E ressuscitou ao terceiro dia, segundo as Escrituras. Subiu ao céu, está sentado à direita do Pai, de onde há de vir segunda vez, com glória, a julgar os vivos e os mortos; e seu reino não terá fim. Creio no Espírito Santo, que é Senhor e Fonte da Vida e que procede do Pai e do Filho. Com o Pai e o Filho é juntamente adorado e glorificado, e é o que falou pelos Profetas. Também a Igreja, una, santa, católica e apostólica. Confesso um Batismo para remissão dos pecados. E espero a ressurreição dos mortos, e a vida do século futuro." Amém.

terça-feira, 31 de janeiro de 2012

Diáconos da igreja malankar pedem que bispo montiano se convertam.

Não vamos citar nomes,mas um bate boca envolvendo dois de nossos diáconos e um "bispo" montiniano foi motivo de admiração para quem assistiu  e ver os diáconos mandarem o "bispo" montiniano se converter.Chamados de cismáticos responderam a altura e disseram :"cismático é o senhor que não é mais católico.sequer bispo o senhor é.Ainda esta em tempo de o senhor deixar sua igreja cismática,herética e protestantizada e se converter a verdadeira igreja católica,porque pelos frutos se conhece a árvore",diante da resposta o "bispo" montiano se esquivou e deixou o local.Parabens aos nossos valentes diáconos que graças a Deus,confessam a verdadeira fé católica,fora da qual ninguem pode se salvar.Diácono Andrei,em paz e comunhão com Sua Santidade Alexander IX.

graças a Deus nossa igreja não precisa de "Summorum Pontificum".

Temos lido a respeito da decisão do "Monsenhor Oliveri" da igreja de Ratzinger,orientando duramente seus sacerdotes quanto a aplicação do chamado "Summorum Ponticum",que deve ser aplicado pelos "bispos" da igreja conciliar do "Vaticano II".Graças a Deus nossa igreja não precisa de nenhum "Summorum Pontificum" para restabelecer a missa de sempre.Ela sempre foi rezada  na igreja católica romana remanente,e nós,malankares nunca mudamos o rito da divina liturgia por outro.A orientação do "Monsenhor Oliveri" teria razão se na igreja do Papa Ratzinger ainda tivesse o verdadeiro sacramento da ordem,coisa que não existe mais,desde 1968 quando entrou em vigor o ordinal de Paulo VI,o Papa Montini.Essa orientação é como jogar agua no riacho e repete o mesmo que fez os anglicanos quando questionados a respeito de seu ordinal Edwardino,corrigiram as falhas, mas tarde demais,já se tinham passado séculos e não existia mais bispos válidos naquela igreja.Ainda existe varios sacerdotes e bispos eméritos na igreja montiniana válidos,mas aqueles que usam o ordinal de Montini celebram inválidamente,já que o rito da missa foi alterado e se afasta da doutrina católica da missa e faz do santo sacrifício uma ceia protestante sem nenhum valor sacramental.Temos que ficar atentos,porque celebrações no rito de São Pio V por "sacerdotes" que não estão validamente ordenados é a mesma coisa que vestir um leigo com lindos paramentos e mandar ele celebrar a missa ,não teria nenhum valor,seria apenas um teatro.Rezemos todos pela conversão de toda a igreja cismática montiniana a verdadeira fé católica.Arcebispo Cardeal Makarios,em paz e comunhão com Sua Santidade Alexander IX,sucessor de Pedro no exílio.

Essa decisão teria valor se na igreja montiniana existisse o sacramento da ordem.

OBISPO ITALIANO REPRENDE A SUS SACERDOTES QUE RECHAZAN EL MOTU PROPRIO "SUMMORUM PONTIFICUM" SOBRE LA MISA TRADICIONAL


Presentamos nuestra traducción de una Carta que Mons. Oliveri, obispo de Albenga-Imperia, ha escrito a sus sacerdotes, en la cual, incluso con palabras severas, corrige la actitud de algunos hacia el Motu Proprio Summorum Pontificum del Papa Benedicto XVI (sobre la celebración del rito tradicional de la Santa Misa, denominado también "tridentino" o de "San Pío V") y a disposiciones litúrgicas del propio obispo.

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Queridos sacerdotes y diáconos,

Es con mucha amargura de ánimo que he debido constatar que no pocos de vosotros habéis asumido y expresado una incorrecta actitud de mente y de corazón frente a la posibilidad, dada a los fieles por el Motu Proprio Summorum Pontificum del Papa Benedicto XVI, de tener la celebración de la Santa Misa “en la forma extraordinaria”, según el Misal del beato Juan XXIII, promulgado en 1962.

En la Tre Giorni del Clero de septiembre de 2007, indiqué con fuerza y claridad cuál es el valor y el sentido del Motu Proprio, cómo se debe interpretar y cómo se debe acoger, con la mente abierta al contenido magisterial del Documento y con la voluntad pronta a una convencida obediencia. La toma de posición del Obispo no faltaba a su sosegada autoridad, convalidada por su plena concordancia con un acto solemne del Sumo Pontífice. La toma de posición del Obispo estaba fundada en la racionalidad de su argumentar teológico sobre la naturaleza de la Divina Liturgia, de su inmutabilidad de la sustancia en sus contenidos sobrenaturales, y estaba además fundada en cuestiones de orden práctico, concreto, de sentido común eclesial.

Las reacciones negativas al Motu Proprio y a las indicaciones teológicas y prácticas del Obispo son casi siempre de carácter emotivo y dictadas por un razonamiento teológico superficial, es decir, por una visión “teológica” más bien pobre y miope, que no parte y que no alcanza la verdadera naturaleza de las cosas que conciernen a la fe y al obrar sacramental de la Iglesia, que no se nutre de la perenne Tradición de la Iglesia, que se fija en cambio en aspectos marginales o, por lo menos, incompletos de las cuestiones. No sin razón, en la citada Tre giorni, había hecho preceder a las indicaciones operativas y a las líneas de acción una exposición doctrinal sobre la “inmutable naturaleza de la Liturgia”.

He sabido que en algunas zonas, por parte de diversos sacerdotes y párrocos, ha existido la manifestación casi de burla hacia fieles que han pedido valerse de la facultad, más aún del derecho, de tener la celebración de la Santa Misa en la forma extraordinaria; y también la expresión de desprecio y casi de hostilidad frente a los hermanos sacerdotes bien dispuestos a comprender y secundar los pedidos de los fieles. También se ha opuesto una prohibición, no muy serena, sosegada y razonada (pero bien razonada no podía ser) de publicar avisos de la celebración de la Santa Misa en la “forma extraordinaria” en determinada iglesia, a determinado horario.

Pido que se deponga toda actitud no conforme a la comunión eclesial, a la disciplina de la Iglesia y a la obediencia convencida que se debe a actos importantes de magisterio o de gobierno.

Estoy convencido de que este pedido mío será acogido en espíritu de filial respeto y obediencia...

Estimo que ahora ya ha transcurrido un amplio tiempo de espera y de tolerancia, y por lo tanto ha llegado el momento de la ejecución de aquellas indicaciones por parte de todos, de modo que se llegue a la próxima Pascua con todos los presbiterios reordenados, o al menos con el estudio del reordenamiento decididamente puesto en marcha, allí donde éste requiera algunas dificultades de aplicación.

Debe ser dicho que la no aplicación de las indicaciones, en el tiempo que he mencionado, no podría ser considerada sino como una desobediencia explícita. Pero tengo confianza y esperanza en que esto no ocurra.

Me aflige no poco el haber debido escribir esta Carta, asegurándoos que la consideraré como no escrita si tiene una buena acogida y un efecto positivo.

Lo escrito lleva consigo todo mi deseo de que sirva para reavivar y reforzar nuestra comunión eclesial y nuestra común voluntad de cumplir nuestro ministerio con renovada fidelidad a Cristo y a su Iglesia.

Os pido finalmente mucha oración por mí y por mi ministerio apostólico, y de corazón os bendigo.

Albenga, 1° de enero de 2012, Solemnidad de la Madre de Dios.

+Monseñor Mario Oliveri, obispo.

Fuente: La Buhardilla de Jerónimo
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sábado, 28 de janeiro de 2012

Limbo:herança das heresias de Pelagio.

sábado 28 de enero de 2012

El limbo, un lugar inexistente

Debido a la gran cantidad de correos electrónicos que recibí tras la publicación de una breve entrada haciendo referencia a la hipótesis del "limbo", he decidido, luego de que también me fuera sugerido por algunos amigos, publicar de forma completa la entrada del día 8 de febrero de 2010 donde traté de demostrar que la inexistencia del limbo y como éste fue, en su origen una invención pelagiana.


EL LIMBO: UN LUGAR INEXISTENTE.


Cuando hace muy poco tiempo la Comisión teológica Internacional redactó un texto donde se expresaba no ser un dogma de fe el “limbo” muchos consideraron que por solo eso se corroboraba una herejía más de parte de Ratzinger y toda la cúpula conciliar. Sin embargo, como bien señalaron autores como el Padre Anthony Cekada en eso ni la comisión teológica, ni los modernistas del Vaticano habían incurrido en ningún error. Uno puede ser perfectamente católico, plenamente ortodoxo y fiel a la Santa Doctrina sin creer en el limbo. El problema radicaba en las consecuencias que en la mente modernista se deribaban de la inexistencia de tal “lugar”: los niños muertos sin bautizar iban al paraíso donde gozarían de visión beatífica junto con los salvos.
En el presente texto demostraremos: en primer lugar que el limbo no puede ser jamás un dogma de fe católico porque constituye en sí mismo un error teológico que si bien no es herético, es próximo a la herejía semi-pelagiana, y en segundo lugar que el Vaticano, con su jerarquía modernista incurre en la herejía pelagiana toda vez que niega la existencia de la transmisión del Pecado Original.


La caída y la Gracia.
Es dogma católico que con la caída de nuestros padres (el pecado original) la naturaleza humana quedó terriblemente herída, el genero humano “hecho inmundo” (Is 64,4) perdio completamente la inocencia y así, despojados de todas las virtudes, fue arrojado del Paraíso. El hombre, quedó entonces como un esclavo del pecado y del Demonio, lejos de Dios se hizo merecedor del infierno.
Esta falta no quedó en Adán, como sostenían los pelagianos y los reformadores del Siglo XVI (Wycliff y Zwilingo), ni se borró en el vientre materno de los predestinados (como imaginó Calvino), sino que el Concilio de Trento afima:

Si alguno afirma que la prevaricación de Adán le dañó a él solo y no a su descendencia; que la santidad y justicia recibida de Dios, que él perdió, la perdió para sí solo y no también para nosotros; o que, manchado él por el pecado de desobediencia, sólo transmitió a todo el género humano la muerte y las penas
del cuerpo, pero no el pecado que es muerte del alma: sea anatema, pues
contradice al Apóstol que dice: Por un solo hombre entró el pecado en el
mundo, y por el pecado la muerte, y así a todos los hombres pasó la muerte,
por cuanto todos habían pecado [Rom. 5, 12; v. 175] (Dz 789)



A raíz de esto es imposible, como enseñó San Agustín que el hombre pueda agradar a Dios, para ello debe ser justificado, como repitió dogmáticamente el Sacrosanto Concilio de Trento. ¿Qué es la justificación? Es el acto que lleva al hombre del Estado de Caída al Estado de Gracia, que nos regenera y nos permite permanecer en el camino de Dios durante la vida y después de la muerte, contemplarlo y adorarlo en su Santa Presencia.
Quienes mueren en pecado no son sino merecedores del infierno por culpa propia. Dios no castiga a nadie si no es por su propia culpa. Somos merecedores del infierno por todos nuestros pecados y si nos mantenemos en la Fe, en la Verdad y en la Vida no es por nuestros méritos, sino por la Gracia de Dios que nos permite obrar bien y sostenernos. Sin la gracia no somos nada. Es por ello que debemos, en nuestras oraciones pedirle a Dios que nos la aumente, debemos confesarnos periódicamente, debemos acercarnos al Santísimo y adorarle, debemos comulgar espiritualmente en caso de estar en pecado, pidiendo al Señor que nos de la Gracia de levantarnos de nuestra caída y que así, limpios por la Gracia podamos hincarnos de rodillas y recibirle sacramentalmente.


El bautismo.

El Bautismo es un sacramento absolutamente necesario para la justificación. Sin el bautismo nadie, absolutamente nadie puede aspirar a la salvación de su alma, sino que por el contrario se condena. El Bautismo nos limpia del Pecado Original y nos hace hijos de Dios:

El primer lugar entre los sacramentos lo ocupa el santo bautismo, que es
la puerta de la vida espiritual, pues por él nos hacemos miembros de Cristo y
del cuerpo de la Iglesia. Y habiendo por el primer hombre entrado la muerte en
todos, si no renacemos por el agua y el Espíritu, como dice la Verdad, no podemos entrar en el reino de los cielos [cf. Ioh. 3, 5]. La materia de este sacramento es el agua verdadera y natural, y lo mismo da que sea caliente o fría. Y la forma es: Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. (…) El efecto de este sacramento es la remisión de toda culpa original y actual, y también de toda la pena que por la culpa misma se debe. Por eso no ha de imponerse a los bautizados satisfacción alguna por los pecados pasados, sino que, si mueren antes de cometer alguna culpa, llegan inmediatamente al reino de los cielos y a la visión de Dios.
(Dz 696: Concilio de Florencia)



Nadie puede aspirar a la Gloria del Padre sin el bautismo, por ello el Concilio de Florencia decretó en la Cantate Domino .
Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no sólo paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse participe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles [Mt. 25, 41], a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia, que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica

Remarquemos esto:

¿Puede salvarse alguien que esté sin bautizar por sus “Buenas obras”?
No.

¿Puede algún judío, pagano, o hereje salvarse por “obrar bien”?
No, no puede.

¿Pero si estaba “de buena fe” en el error?
El texto del Concilio es claro: irá al fuego eterno que está aparejado
para el diablo y sus ángeles.

¿Puede un catecúmeno que derrama su sangre por Cristo salvarse?
El Concilio dice que nadie que no esté bautizado con agua, de forma sacramental puede salvarse.


Esto es un dogma de fe, esta es la regla que tenemos que seguir sin dudar. No tenemos derecho a “atemperar” el magisterio por razones humanitarias, por lo que nos gustaría que fuera. La Iglesia habla, nosotros no solo escuchamos, sino que tenemos que someternos a su juicio infalible.
Para rematar podemos citar al II Concilio de Orange:


Si alguno porfía que pueden venir a la gracia del bautismo unos por misericordia, otros en cambio por el libre albedrío que consta estar viciado en todos los que han nacido de la prevaricación del primer hombre, se muestra ajeno a la recta fe. Porque ése no afirma que el libre albedrío de todos quedó debilitado por el pecado del primer hombre o, ciertamente, piensa que quedó herido de modo que algunos, no obstante, pueden sin la revelación de Dios conquistar por sí mismos el misterio de la eterna salvación. Cuán contrario sea ello, el Señor mismo lo prueba, al atestiguar que no algunos, sino ninguno puede venir a El, sino aquel a quien el Padre atrajere [Ioh. 6, 44]; así como al bienaventurado Pedro le dice: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Joná, porque ni la carne ni la sangre te lo ha revelado, sino mi Padre que está en los cielos [Mt. 16, 17]; y el Apóstol: Nadie puede decir Señor a Jesús, sino en el Espíritu
Santo [1 Cor. 12, 3] (Dz 181)
El magisterio es claro: nadie, absolutamente nadie que no fuera bautizado (hombre o mujer, adulto o niño) puede ser merecedor de la Gracia y de la Vida Eterna, sino que por el contrario es arrojado al infierno.


Pelagianos y semipelagianos en el origen del limbo.
Pero la pregunta vuelve al origen: ¿Qué pasa con un niño que muere sin bautizar? Para ello tenemos que situar dos herejías: la pelagiana y el semipelagianismo, que puede ser interpretado como herejía pura o como un error teológico que intentó conciliar las tesis pelagianas con la ortodoxia de la fe. San Vicente de Lerins fue un semipelagiano, se enfrentó a San Agustín… pero la Iglesia alabó al Santo de Hipona:
A Agustín, varón de santa memoria, por su vida y sus merecimientos, le tuvimos siempre en nuestra comunión y jamás le salpicó ni el rumor de sospecha siniestra; y recordamos que fué hombre de tan grande ciencia, que ya antes fué siempre contado por mis mismos predecesores entre los mejores maestros.

Y su doctrina sobre la gracia es considerada infalible y libre de todo error:

Qué siga y guarde la Iglesia Romana, es decir, la Iglesia Católica, acerca del libre albedrío y la gracia de Dios, si bien puede copiosamente conocerse por varios libros del bienaventurado Agustín; sin embargo, en los archivos eclesiásticos hay capítulos expresos que, si ahí faltan y los creéis necesarios, os los remitiremos. Aunque quien diligentemente considere los dichos del Apóstol, ha de conocer con evidencia lo que ha de seguir. (San Hormisdas,Sicut rationi Dz 173a)


Los pelagianos sostenían que los niños recien nacidos estaban en el mismo estado que Adán previo a la caída, es decir, estaban en estado de gracia y que al morir podían gozar de la visión beatífica.
El mismo Pelagio, luego de las condenas iniciales escribió un trabajo titulado “De libero arbitrio libri IV”, allí el hereje sostenía que los niños podían ser bautizados, sin embargo a estos el sacramento solo serviría para que entren en el Reino de Dios, porque los no bautizados aun excluidos del Reino de Dios gozaban de la vida eterna en un “tercer lugar”. Esto fue ampliado por sus discípulos. En ese tercer lugar, o lugar intermedio, los que morían sin bautizar gozaban de una felicidad terrena y no sufrían nada más que la exclusión del Reino de Dios, es decir, la visión beatífica.
La Iglesia Conciliar del Vaticano II va mas allá de esto y regresa a la posición inicial de Pelagio: los niños no bautizados acceden a la Gloria de Dios porque están libres de todo pecado. Están predestinados a la salvación y son puros de cualquier reato o mácula del Pecado Original. Todo esto fue condenado y el bautismo declarado necesario como dogma de fe.


Condena al pelagianismo y al “lugar intermedio”.

El XIV Concilio de Cartago, convocado contra los pelagianos y semipelagianos fijó la doctrina a seguirse respecto a la gracia y al bautismo. En él la influencia de San Agustín es evidentísima, quien lee esos cánones no puede sino remitirse continuamente a los escritos del gran Santo de Hipona.
El cánon segundo atacaba directamente la doctrina pelagiana de los niños nacidos en estado de gracia. De la misma forma ataca al “lugar intermedio” donde supuestamente los infantes no bautizados gozarían de una felicidad terrena. El texto es muy elocuente y nos muestra la verdad, asegurando su enseñanza en la Sagrada Escritura:


Igualmente plugo: Si alguno dijere que el Señor dijo: En la casa de mi Padre hay
muchas moradas (Ioh 14, 2), para que se entienda que en el reino de los cielos
habrá algún lugar intermedio o lugar alguno en otra parte, donde viven
bienaventurados los niños pequeños que salieron de esta vida sin el bautismo,
sin el cual no pueden entrar en el reino de los cielos que es la vida eterna,
sea anatema. Pues como quiera que el Señor dice: Si uno no renaciere del agua y
del Espíritu Santo, no entrará en el reino de los cielos (Ioh. 3, 5), ¿Qué
católico puede dudar que será partícipe del diablo el que no mereció ser
coheredero de Cristo? Porque el que no está a la derecha, irá sin duda alguna a
la izquierda.



Conclusión:
La doctrina del limbo entendida como un lugar intermedio de felicidad terrana, donde las almas de los niños sin bautizar no sufren otra cosa que la sola privación de la visión beatífica es muy cercana a las tesis pelaginas.
Yo personalmente, prefiero creer que el limbo no existe y que aquellos que mueren sin bautizar son arrojados al infierno, portadores del Pecado Original y por lo tanto aborrecibles a los ojos de Dios, tal como enseñó San Pablo, San Agustín y confirmaron los Concilios Ecuménicos.
Se que mi postura (que no es mía, sino la del Magisterio de la Iglesia) puede ser “poco estética”. Habrá quienes digan que la no existencia del limbo quita la misericordia a Dios. ¿Quiénes somos para juzgar la misericordia divina? ¿Somos más que Dios? Él nos salva gratuitamente, no nos debe nada, y salva a quien el quiere por su libre y magnífica voluntad. Dios salva a algunos para mostrar su misericordia, mientras que condena a los pecadores e impíos para mostrar su justicia.

quarta-feira, 25 de janeiro de 2012

Presidenta Dilma vai visitar a ilha do medo:Cuba.

Para nós que amamos a democracia soou estranho a anunciada visita oficial de uma presidenta de país democratico a uma ilha onde o medo e coerção ainda é a principal arma de um regime caótico,atrasado e inimigo das liberdades democraticas.Não uma pessôa sem representatividade,mas a lider de um povo que acredita na liberdade.Nós protestamos contra essa visita a um país stanilista onde a igreja ainda é perseguida e uma elite abastada se reveza no governo,uma familia,como uma capitania hereditária.Nós não podemos concordar ,até porque votamos em Dilma e hoje nos sentimos traídos.Cuba é uma vergonha para a América Latina e central e para o mundo civilizado.Um regime que assasinou seus adversários e que ainda mantem prisioneiros politicos,não pode receber nossos aplausos.Lamentamos profundamente essa visita que não traz nada para o Brasil.Que Deus proteja a nossa presidenta das más influências e que Deus apresse a queda destes ditadores que governam a ferro e a fogo.O tempo os vencerá,porque podem fazer o que quiserem,mas o tempo não perdôa e daqui alguns anos eles serão lembrados apenas nos livros de história como os irmãos da casa de horrores ou melhor da ilha do espanto,como os antigos Faraós do Egito.Arcebispo Makarios,em paz e comunhão com Sua Santidade Alejandro IX.

segunda-feira, 23 de janeiro de 2012

A igreja de Ratzinger é pelagiana.

Temos assistidos,como também lidos em varias publicações da igreja conciliar do Vaticano II uma ascensão da heresia pelagiana,que nunca morreu.As declarações dos anti-Papas que fora da igreja católica existe possibilidade de salvação e na doutrina conciliar do Vaticano Ii deles diz textualmente que existe elementos de verdade  que levarão aqueles que professam a salvação eterna e por fim o coroamento de Pelágio,o monge bretão que passados séculos depois de sua morte esteja ele onde esteve que sua doutrina é aceita e aprovada com a chacela daqueles que dizem deter a "autoridade".Na verdade o jesuistismo com sua doutrina da livre vontade já era um pelagianismo disfarçado e podemos ver isso na moral relaxada dos jesuitas,que sempre presumiam o bem em tudo e em todos.Sabemos que não devemos presumir o mal,mas daí achar o bem em tudo e em todos já é um excesso que deve ser rejeitado por ser propugnador de heresias.Devemos estar atento porque o pelagianismo vem com grande força e ameaça novamente a doutrina da graça que a igreja sempre professou tendo em Santo Agostinho sua maxima expressão.Sua Santidade Alexander IX,declarou Santo Agostinho doutor ínfalivel da graça e nós devemos nestes tempos de desvarios teológicos,a verdadeira doutrina da graça tão claramente colocada por São Paulo Apóstolo e por Santo Agostinho.Arcebispo Cardeal Makarios,pela graça de Deus,Patriarca de toda a igreja católica sírio malankar no exílio,sucessor do trono apostólico de São Tomé,em paz e comunhão com Sua Santidade Alexander IX.

Los niños que mueren sin bautizar

San Agustín, Doctor de la Gracia, aquel que definió la verdadera doctrina católica sobre la predestinación y la salvación, padre de la Filosofía Cristiana y cuya pluma no pudo ser superada por ningún teólogo enfatizó la necesidad absoluta de bautizar a los niños a fin de librarlos de las penas del infierno.


Es un misterio insondable que unos niños mueran sin bautismo y otros no

XXI. 29. Con mucha propiedad no dice el texto: La ira de Dios vendrá sobre él, sino la ira de Dios permanece sobre él. Porque de esta ira, por la que todos están bajo pecado, y de la cual dice el Apóstol: También nosotros éramos por naturaleza hijos de ira, como los demás, sólo nos libra la gracia de Dios por nuestro Señor Jesucristo 52. ¿Y por qué se da esta gracia a unos y se niega a otros? La razón de esta diferencia puede ser oculta, pero no injusta. ¿Pues hay acaso injusticia en el Señor? De ningún modo 53. Ante todo, conviene acatar la autoridad de las divinas Escrituras, para llegar por la fe a su conocimiento. Pues con razón se dijo: Tus juicios son un profundo abismo 54. Como espantado por su profundidad, exclama el Apóstol: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios! 55 Antes había expresado este pensamiento de maravillosa hondura: Encerró Dios a todos en su incredulidad, para compadecerse de todos. Y horrorizado ante este abismo, dice: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e impenetrables sus caminos! Pues ¿quién conoció el pensamiento del Señor? ¿O quién le sirvió de consejero? ¿O quién le dio primero y se lo pagará en retorno? Porque de Él, y por Él, y para Él son todas las cosas: a Él la gloria por los siglos. Amén 56.

Demasiado débil entendimiento poseemos para discutir la justicia de los juicios de Dios y la gratuidad de su gracia, la cual no es injusta, aun cuando se da sin mérito precedente alguno; y, sin embargo, cuando se concede a sujetos indignos, nos impresiona menos que cuando se niega a otros igualmente indignos.

30. Los que hallan injusto que los niños, muertos sin la gracia de Cristo, sean privados no sólo del reino de Dios, al que, según confiesan ellos, abre la puerta el bautismo, sino también de la salvación y vida eterna, al indagar cómo puede ser justo que a uno se le purifique de la injusticia original y a otro no, siendo idéntica la condición de ambos, respondan también ellos, conforme a su opinión, cómo es justo que a uno se le administre el bautismo para que entre en el reino de los cielos y al otro no, en las mismas condiciones para ambos. Y si les inquieta el saber por qué de estos dos, que justamente son pecadores por su origen, uno de ellos es librado del cautiverio por la dispensación del sacramento y el otro sigue cautivo, pues no se le concede tal gracia, ¿por qué no se alarman también cuando, entre dos criaturas originariamente inocentes, la una recibe el bautismo, con que entre en el reino de los cielos, y la otra no, quedando excluida del reino de Dios?

En ambas hipótesis hay que volver a la exclamación apostólica: ¡Oh profundidad de las riquezas!

Además, aun entre los mismos párvulos bautizados, decidme: ¿por qué uno es arrebatado de la vida para que la malicia no le pervierta el corazón, y otro vive para ser con el tiempo un impío? Si los dos fueran arrebatados, ¿no es verdad que ambos entrarían en el reino de los cielos? Y, sin embargo, ninguna injusticia hay en Dios. ¡Qué más! ¿Quién no se maravilla, quién no se ve obligado a exclamar, ante la profundidad de los juicios divinos, al ver que unos niños son atormentados por los espíritus inmundos, otros se ven libres de tales tormentos, otros, en fin, como Jeremías, son santificados en el útero materno, siendo así que todos son culpables, si admitimos el pecado original, y en la hipótesis contraria, todos son también inocentes? ¿De dónde vienen tan notables diferencias sino porque son inescrutables los juicios de Dios y cerrados a nuestro pensamiento sus caminos 57?

martes 24 de enero de 2012

El limbo, una hipótesis teológica

Un apologista de la tradición católica ha defendido en el foro Micael la existencia del Limbo situándola como un dogma de fe. Todos sabemos el revuelo que se armó cuando Ratzinger/Benedicto XVI “derogó” el limbo y declaró que los niños que morían sin bautismo podían ser llevados al Paraíso. Si bien la tesis que expone Ratzinger sobre la visión beatífica de los que mueren sin bautismo es una herejía, la misma no está en la cuestión del limbo en sí, sino en el pecado original. Ratzinger demuestra así su adhesión a la herejía pelagiana.
Sin embargo quisiera volver a un tema que ya tratamos en Sursum Corda: la existencia del limbo como mera hipótesis teológica. Los católicos no estamos obligados a creer en el limbo, antes bien, debemos considerar que este lugar, teóricamente y sólo teóricamente debe entenderse como una parte del infierno. Creer, como muchos católicos tradicionalistas se empecinan en que el limbo es una suerte de lugar intermedio es herejía semipelagiana.
Las abundantes citas que el forista Malaquías colocó en el Foro precitado demuestran precisamente que, según la Doctrina de la Iglesia quienes mueren sin bautismo NO SON FIELES Y POR LO TANTO NO TIENEN DERECHO A LA FELICIDAD ETERNA DEL PARAÍSO, ANTES BIEN SON PRECIPITADOS AL INFIERNO. Que las penas que estos sufren sean menores que las de aquellos que mueren en pecado mortal o no es indiferente, ya que el sólo pecado original es pecado y raíz de todos los demás.
Es por ello que me atrevo a recomendar la lectura de la entrada “El limbo: un lugar inexistente

Cinco pontos do calvinismo que a igreja católica condenou como heresia e blasfêmia.

Cinco Pontos do Calvinismo

1. Total depravação. O homem natural não pode apreciar sequer as coisas de Deus. Menos ainda salvar-se. Ele é cego, surdo, mudo, impotente, leproso espiritual, morto em seu pecado, insensível à graça comum. Se Deus não tomar a iniciativa, infundindo-lhe fé salvadora, e fazendo-o ressuscitar espiritualmente, o homem natural continuará morto eternamente. Sal. 51:5; Jer. 13:23; Rom. 3:10-12; 7:18; 1 Cor. 2:14; Ef. 1:3, 12; Col. 2:11-13.

2. Eleição incondicional. Deus elegeu alguns para a salvação em Cristo, reprovando os demais. Deus não tem obrigação de salvar ninguém, nem homens nem anjos decaídos. Resolveu soberanamente salvar alguns homens (reprovando todos os demais) e torná-los filhos adotivos quando eram ainda filhos das trevas. Teve misericórdia de algumas criaturas, e deixou as demais (inclusive os demônios) entregues às suas próprias paixões pecaminosas. A salvação é efetuada totalmente por Deus. A fé, como a salvação, é dom de Deus ao homem, não do homem a Deus. Mal. 1:2, 3; João 6:65; 13:18; 15:6; 17:9; At. 13:48; Rom. 8:29, 30-33; 9:16; 11:5-7; Ef. 1:4, 5; 2:8-10; 2 Tess. 2:13; 1 Ped. 2:8, 9; Jud. 1, 4.


3. Expiação limitada, ou particular. Segundo Agostinho, a graça de Deus é “suficiente para todos, eficiente para os eleitos”. Cristo foi sacrificado para redimir Seu povo, não para tentar redimi-lo. Ele abriu a porta da salvação para todos, porém, só os eleitos querem entrar, e efetivamente entram. João 17:6, 9, 10; At. 20:28; Ef. 5:25; Tito 3:5.

4. Graça irresistível, ou infalível. Embora os homens possam resistir à graça de Deus, ela é, todavia, infalível: acaba convencendo o pecador de seu estado depravado, convertendo-o, dando-lhe nova vida, e santificando-o. O Espírito Santo realiza isto sem coação. É como o rapaz apaixonado que ganha o amor de sua eleita, e ela acaba casando-se com ele, livremente. Deus age e o crente reage, livremente. Quem se perde tem consciência de que está livremente rejeitando a salvação. Alguns escarnecem de Deus, outros se enfurecem, outros adiam a decisão, outros demonstram total indiferença para com as coisas sagradas. Todos, porém, agem livremente. Jer. 3:3; 5:24; 24:7; Ez. 11:19, 20; 36:26, 27; 1 Cor. 4:7; 2 Cor. 5:17; Ef. 1:19, 20; Col. 2:13; Heb. 12:2.

5. Perseverança dos salvos. Alguns preferem dizer “perseverança do Salvador”. Nada há no homem que o habilite a perseverar na obediência e fidelidade ao Senhor. O Espírito é quem persevera pacientemente, exercendo misericórdia e disciplina, na condução do crente. Quando ímpio, estava morto em seu pecado, e ressuscitou: Cristo lhe aplicou Seu sangue remidor, e a graça salvífica de Deus infundiu-lhe fé para crer em Cristo e obedecer a Deus. Se todo o processo de salvação é obra de Deus, o homem não pode perdê-la! Segundo a Bíblia, é impossível que o crente regenerado venha perder sua salvação. Poderá pecar e morrer fisicamente (I Co. 5:1-5). Os apóstatas nunca nasceram de novo, jamais se converteram. Is. 54:10; João 6:51; Rom. 5:8-10; 8:28, 32, 34-39; 11:29; Fil. 1:6; 2 Tess. 3:3; Heb. 7:25. 
Extraído da Revista Cristã Última Chamada: Deus Predestinou uns para a Salvação e outros para a Perdição?

quinta-feira, 19 de janeiro de 2012

San Agustín y los pelagianos de hoy

Quisiera presentar a ustedes este fragmento de uno de los trabajo de San Agustín contra los pelagianos. La Réplica a Juliano es uno de los trabajos donde el Máximo Doctor argumenta contra la herejía que sostenia la inexistencia del Pecado Original, negaba la necesidad de bautismo y por lo tanto la eficacia de la Gracia de Dios, colocando como suficiente el accionar del hombre para su salvación. En la Iglesia Conciliar, donde los Jesuitas consiguieron imponer sus tesis molinistas, es decir, neopelagianas, donde el hombre por medio de su fer personal puede llegar a Dios, incluso fuera de la Iglesia Católica y donde se canonizan a personas por sus "buenas acciones", este texto que retrata la verdadera doctrina católica sobre el pecado original presente en los niños no bautizados. Recordemos que el Pontífice de la Iglesia Conciliar, Ratzinger/Benedicto XVI ha sostenido la inexistencia del limbo, pero no en el sentido que lo creyeron los Padres de la Iglesia (y que estamos autorizados a mantener con San Agustín), sino en el sentido de los pelagianos que creían que aquellos niños que morían sin bautizar eran "inocentes" y por lo tanto, eran recibidos en el Cielo.
Sin más, el texto del Santo Doctor de Hipona.




Tomado de San Agustín, Replica a Juliano, Libro III


XII. 24. Crees haber dado prueba de una gran agudeza de ingenio al decir: "Aun cuando
fuera el diablo el creador de los hombres, serían malos sin culpa suya, y, en consecuencia,
no serían malos, porque nadie puede existir si no nace, y no es justo exigir a uno lo que
no puede dar". Este mismo argumento solemos aducir nosotros contra los maniqueos,
que, según sus fábulas, sostienen que la naturaleza humana no fue creada buena en un
principio y luego viciada, sino que desde la eternidad es inmutablemente mala.
La fe católica reconoce, por el contrario, que la naturaleza humana fue creada buena;
pero, viciada por el pecado, es con justicia condenada
. No es ni sorprendente ni injusto
que una raíz mala produzca frutos malvados, y así como en un principio no faltó una mano
creadora, tampoco falta ahora una misericordia redentora, verdad que vosotros rechazáis
al decir que los niños no tienen pecado del que puedan ser liberados.
25. Vosotros que con una desafortunada defensa y elogio pernicioso cooperáis a la pérdida
irremediable de estos niños desgraciados, decidme: ¿Por qué no admitís en el reino de
Dios si no son bautizados, a tantas criaturas inocentes que ningún mal han hecho y que
son imágenes del mismo Dios? ¿Han faltado a sus deberes para verse privados del reino y
ser condenados a destierro tan triste, si jamás han hecho lo que no pueden hacer? ¿Dónde
pones a los que no tienen vida porque no comieron la carne ni bebieron la sangre del Hijo
del hombre? Por esto, Pelagio, como queda dicho, en una asamblea eclesiástica condenó,
para no ser condenado, a todos aquellos que dicen: "Los niños, aunque no estén
bautizados, tendrán la vida eterna". Dime, por favor: ¿Es justo que los niños, imágenes de
Dios, sean excluidos del reino de Dios, alejados de la vida de Dios, sin haber nunca
transgredido la ley de Dios? ¿No oyes cómo el Apóstol detesta a los excluidos de la vida de
Dios por la ignorancia que en ellos hay y la ceguera de su corazón 25. ¿Estará en esta
sentencia incluido el niño no bautizado o no? Si contestas: "No está incluido", te ves
condenado por la verdad del Evangelio y la sentencia de Pelagio. ¿Dónde encontrar la vida
de Dios sino en el reino de Dios, donde no pueden entrar los que no han renacido del agua
y del Espíritu 26? Y si contestas que el niño no bautizado no está incluido en la sentencia
del Apóstol, confesada la pena, decid la culpa; confesado el suplicio, decid cómo lo ha
merecido. Nada en vuestro dogma encontraréis que poder aducir. Si hay en vosotros algún
sentimiento cristiano, reconoced en los niños alguna falta transmisora de muerte y
condenación por la que son con justicia castigados si no son por la gracia de Cristo
redimidos. En su redención puedes alabar la misericordia de Dios y en su condenación no
puedes acusar su justicia, porque todos los caminos del Señor son misericordia y verdad.

quarta-feira, 18 de janeiro de 2012

Sucessão apostólica de sua excelência Mar makarios-(Old Calendar)

1-O arcebispo Christopher Contageorge,foi consagrado bispo em 10 de fevereiro de 1934 pelo Arcebispo Aftimios Ofiash da igreja ortodoxa russa-patriarcado de moscou,tendo como co-sagrantes o arcebispo Sophronios Bashira da igreja ortodoxa siriana e o metropolita Fan Noli da Albânia que foi consagrado em 21 de novembro de 1923 pelos Arcebispos Herotheos e Kristofor Kissi Rissi.2-O arcebispo Arsênios Salta,foi consagrado em 25 de agosto de 1934 pelos arcebispos Christofher e Nicholas.3- O bispo Joseph Klimovich,foi consagrado em 1935 pelos arcebispos Nicholas,Arcebispo Arsênios e o Arcebispo Fedehenkoff do Patriarcado de Moscou da igreja ortodoxa russa.4-O arcebispo Kostantine Jarshevich,foi consagrado em 1945 pelos arcebispos Christhofer,Arsênios e o metropolita Theofan(Fan Noli).5- o metropolita Nicholas Bohatyretz da igreja ortodoxa ucraína autocéfala foi consagrado em 14 de outubro de 1950 pelo arcebispo Joseph,arcebispo Kostantine e o arcebispo Joseph Zilonka da igreja síria ortodoxa.6-O bispo Peter foi consagrado em 15 de outubro de 1950 pelo arcebispo Kostantine e o metropolita Nicholas.7-O Arcebispo Joaquim Souris foi consagrado pelo arcebispo Joseph,o bispo Perer e o Metropolita Joseph em 15 de outubro de 1951.8- A arcebispo Timotheos Athanassious foi  consagrado em 04 de janeiro de 1985 pelo arcebispo Joakim,o metropolita Damaskinos com mais dois bispos so Santo Sínodo dos Verdadeiros Cristãos Ortodoxos(GOX) e nomeado exarca metropolitano de Montreal,Canadá e dos Estados Unidos da AméricaO metropolita Timotheos foi candidato ao trono patriarcal de jerusalem em 2001.9-O arcebispo Mar Makarios como hoje é conhecido foi consagrado em 21 de novembro de 2001 pelos Arcebispos Timotheos Atanassious,Metropolita Paulus e o Metropolita Alexandros de Córdoba.Este último,Alexandros foi consagrado em 18 de setembro de 2001,pelo arcebispo Timotheos,metropolita Paulus,metropolita Germanos,e o metropolita Timotheos de Mediolanon,depois de ter sido batizado e crismado e reordenado ao diaconato e presbiterato em Atenas-Grécia.Lembrando que sua excelência Dom Makarios foi reconsagrado depois de ter recebido por ekonomia,já que tinha sido sagrado em 1991,em Coronel Vivida,Paraná,pelo Arcebispo Alexandros e o bispo Ronald.Essa é a sucessão de nosso arcebispo Mar Makarios sob cujo omofhorion a igreja católica sírio malankar no exílio em plena comunhão com Sua Santidade Alexander IX vive e administra os verdadeiros e válidos sacramentos.Nós estamos felizes em viver na verdadeira igreja católica longe dos cismas gregos ou russos,que apesar de possuir sucessão apostólica e verdadeiros sacramentos são igrejas machucadas e feridas pelo cisma de Miguel Cerularios e Focios,que terão essas feridas sanadas ao reconhecer o primado universal do verdadeiro sucessor de Pedro Elexander IX hoje no exílio.Arquidiácono Yohanan,em paz e comunhão com Sua Santindade Alexander IX.

Linha de sucessão mariavita

MONSENHOR JUAN IGNACIO CARIAGA Y CARIAGA
LINHA DE SUCESSÃO M - C1
Bispo Gerard Gul em 11 de Maio de 1892.
Bispo John Michael Kowalski em 05 de Outubro de 1909.
Bispo Marc Marie Paul Fatome em 04 de Setembro de 1938.
Arcebispo Helmut Norbert Maas em 09 de Outubro de 1949.
Patriarca Viktor Ivan Busa (Giovanni Vittorio Marie Busa) em 22 de Abril de 1973.
Arcebispo Juan Ignacio Cariaga y Cariaga em 27 de Agosto de 1983,que sagra bispo em 03 de março de 1991 em Coronel Vivida,Paraná a Mar Makarios,assistido pelo bispo Ronald Gonzalo Herrera Suarez,da igreja ortodoxa ucaniana sopornopravna.

Linha de sucessão Non- juring II

LINHA DE SUCESSÃO NJ - C2
Arcebispo Mario Antonio de Dominis (Co-Consagrante).
Bispo George Monteigne em 14 de Dezembro de 1617.
Bispo William Laud em 18 de Novembro de 1621.
Bispo Brian Duppa em 17 de Junho de 1638.
Bispo Gilbert Sheldon em 18 de Outubro de 1660.
Bispo Henry Compton em 06 de Dezembro de 1674.
Arcebispo William Sancroft em 27 de Janeiro de 1677.
Bispo Thomas White em 25 de Outubro de 1685.
Bispo George Hickes em 24 de Janeiro de 1693.
Bispo Thomas Rattray em 24 de Fevereiro de 1712.
Bispo William Falconer em 10 de Setembro de 1741.
Bispo Robert Kilgour em 1768.
Bispo Samuel Seabury em 14 de Novembro de 1784.
Bispo Thomas J. Claggett em 17 de Setembro de 1792.
Bispo Edward Bass em 07 de Maio de 1797.
Bispo Abraham Jarvis 1797.
Bispo John H. Hopkins em 29 de Maio de 1811.
Bispo Henry U. Onderdonk em 25 de Outubro de 1827.
Bispo Samuel A. Mccoskry em 07 de Julho de 1836.
Bispo William E. Mclaren em 08 de Dezembro de 1875.
Bispo William Montgomery Brown em 24 de Junho de 1898.
Bispo Wallace David de Ortega Maxey (Mar David I) em 02 de Janeiro de 1927.
Bispo Charles Leslie Saul (Mar Leofric) em 05 de Junho de 1946.
Patriarca Hugh George de Wilmott-Newman (Mar Georgius I) em 14 de Julho de 1947.
Arcebispo Jean Harold Nicholson (Harold Percival Nicholson) em 27 de Maio de 1950.
Arcebispo Jean Marie Blom Van Assendelft-Atland em 10 de Dezembro de 1955.
Bispo Jean René Ángel de Malvy em 11 de Dezembro de 1955.
Patriarca Maurice de Vent (Mar Maurício) a 21 de Setembro de 1972.
Patriarca Viktor Ivan Busa (Giovanni Vittorio Marie Busa) em 10 de Outubro de 1972.
Arcebispo Juan Ignacio Cariaga y Cariaga em 27 de Agosto de 1983.

Linha de sucessão Non -Juring

MONSENHOR JUAN IGNACIO CARIAGA Y CARIAGA
LINHA DE SUCESSÃO NJ - C1
Arcebispo Mario Antonio de Dominis (Co-Consagrante).
Bispo George Monteigne em 14 de Dezembro de 1617.
Bispo William Laud em 18 de Novembro de 1621.
Bispo Brian Duppa em 17 de Junho de 1638.
Bispo Gilbert Sheldon em 18 de Outubro de 1660.
Bispo Henry Compton em 06 de Dezembro de 1674.
Arcebispo William Sancroft em 27 de Janeiro de 1677.
Bispo Thomas White em 25 de Outubro de 1685.
Bispo George Hickes em 24 de Janeiro de 1693.
Bispo Thomas Rattray em 24 de Fevereiro de 1712.
Bispo William Falconer em 10 de Setembro de 1741.
Bispo Robert Kilgour em 1768.
Bispo Samuel Seabury em 14 de Novembro de 1784.
Bispo Thomas J. Claggett em 17 de Setembro de 1792.
Bispo Edward Bass em 07 de Maio de 1797.
Bispo Abraham Jarvis 1797.
Bispo John H. Hopkins em 29 de Maio de 1811.
Bispo Henry Ustick Onderdonk em 25 de Outubro de 1827.
Bispo Samuel A. Mccoskry em 07 de Julho de 1836.
Bispo William E. Mclaren em 08 de Dezembro de 1875.
Bispo William Montgomery Brown em 24 de Junho de 1898.
Bispo Wallace David de Ortega Maxey (Mar David I) em 02 de Janeiro de 1927.
Bispo Charles Leslie Saul (Mar Leofric) em 05 de Junho de 1946.
Patriarca Hugh George de Wilmott-Newman (Mar Georgius I) em 14 de Julho de 1947.
Bispo Charles Dennis Boltwood em 06 de Julho de 1956.
Bispo Emmet Neil Enochs em 19 de Maio de 1963
Bispo Frederick Charles King.
Patriarca Viktor Ivan Busa (Giovanni Vittorio Marie Busa) em 10 de Outubro de 1972.
Arcebispo Juan Ignacio Cariaga y Cariaga em 27 de Agosto de 1983.

Linhagem de sucessão do arcebispo Thomas Cranmer.

LINHA DE SUCESSÃO AER - C2
Papa São Nicolau I em 858.
Bispo Formosus em 864.
Bispo São Plegmund em 891.
Bispo Althelm em 909.
Bispo Wulfhelm em 914.
Bispo Odo em 927.
Bispo São Dunstan em 957.
Bispo São Aelphege em 984.
Bispo Elfric em 990.
Bispo Wulfstan em 1003.
Bispo Ethelnoth em 1020.
Bispo Eadsige em 1035.
Bispo Stigand em 1043.
Bispo Siward em 1058.
Bispo Lanfranc em 1070.
Bispo Thomas em 1070.
Bispo São Anselmo em 1094.
Bispo Richard de Belmeis em 1108.
Bispo William of Corbeuil em 1123.
Bispo Henry of Blois em 1129.
Bispo São Thomas Becket em 1162.
Bispo Roger of Gloucester em 1164.
Bispo Peter de Leia em 1176.
Bispo Gilbert Glanville em 1185.
Bispo William of St. Mere L'Eglise em 1199.
Bispo Walter de Gray em 1214.
Bispo Walter Kirkham em 1249.
Bispo Henry em 1255.
Bispo Anthony Beck em 1284.
Bispo John of Halton em 1292.
Bispo Roger Northborough em 1322.
Bispo William Wyvil em 1330.
Bispo Ralph Stratford em 1340.
Bispo William Edendon em 1346.
Bispo Imon Sudbury em 1362.
Bispo Thomas Brentingham em 1370.
Bispo Robert Braybrooke em 1382.
Bispo Roger Walden em 1398.
Cardeal Henry Beaufort em 1398.
Bispo Thomas Bourchier em 1435.
Bispo John Morton em 1479.
Bispo Richard Fitzjames em 1497.
Bispo William Wareham em 1502.
Bispo John Longlands em 1521.
Arcebispo Thomas Cranmer em 1533.
Bispo William Barlow em 1536.
Bispo Matthew Parker em 1559.
Bispo Edmund Grindal em 1559.
Arcebispo John Whitgift em 1577.
Bispo Richard Bancroft em 1597.
Arcebispo George Abbot em 1609.
Bispo George Montaigne em 1617.
Arcebispo William Laud em 1621.
Bispo Brian Duppa em 17 de Junho de 1638.
Bispo Gilbert Sheldon em 18 de Outubro de 1660.
Bispo Henry Compton em 06 de Dezembro de 1674.
Arcebispo William Sancroft em 27 de Janeiro de 1677.
Bispo Thomas White em 25 de Outubro de 1685.
Bispo George Hickes em 24 de Janeiro de 1693.
Bispo James Gadderar em 1712.
Bispo Thomas Rattray em 1727.
Bispo William Falconar em 10 de Setembro de 1741.
Bispo Robert Kilgour em 1768.
Bispo Samuel Seabury em 1784.
Bispo Thomas J. Claggett em 17 de Setembro de 1792.
Bispo Edward Bass em 07 de Maio de 1797.
Bispo Abraham Jarvis 1797.
Bispo A. V. Griswold em 1811.
Bispo John H. Hopkins em 1832.
Bispo G. D. Cummins em 1866.
Bispo Charles Edward Cheney.
Bispo W. R. Nicholson em 1876.
Bispo Alfred Spencer Richardson em 1879.
Patriarca Leon Chechemian (Mar Leon) em 08 de Maio de 1890.
Patriarca Andrew Charles Albert Mclagen (Mar Andries) em 02 de Novembro de 1987.
Patriarca Herbert James Monzani Heard (Mar Jacobus II) em 04 de Junho de 1922.
Patriarca William Bernard Crow (Mar Basilius Abdullah III) em 13 de Junho de 1943.
Patriarca Hugh George de Wilmott-Newman (Mar Georgius I) em 10 de Abril de 1944.
Arcebispo Jean Harold Nicholson (Harold Percival Nicholson) em 27 de Maio de 1950.
Arcebispo Jean Marie Blom Van Assendelft-Atland em 10 de Dezembro de 1955.
Bispo Jean René Ángel de Malvy em 11 de Dezembro de 1955.
Patriarca Maurice de Vent (Mar Maurício) em 21 de Setembro de 1972.
Patriarca Viktor Ivan Busa (Giovanni Vittorio Marie Busa) em 13 de Maio de 1973.
Arcebispo Juan Ignacio Cariaga y Cariaga em 27 de Agosto de 1983,que em 03 de março de 2001 sagra em Coronel Vivida no Paraná a Mar makarios,assistido pelo bispo Ronald Gonzalo Herrera Suarez da igreja ortodoxa ucraniana sopornopravna.

Linhagem de sucessão da igreja da Inglaterra.

MONSENHOR JUAN IGNACIO CARIAGA Y CARIAGA
LINHA DE SUCESSÃO AER - C1
Bispo Charles Edward Cheney.
Bispo Alfred Spencer Richardson em 1879.
Patriarca Leon Chechemian (Mar Leon) em 1890.
Patriarca Andrew Charles Albert Mclagen (Mar Andries) em 02 de Novembro de 1987.
Patriarca Herbert James Monzani Heard (Mar Jacobus II) em 04 de Junho de 1922.
Patriarca William Bernard Crow (Mar Basilius Abdullah III) em 13 de Junho de 1943.
Patriarca Hugh George de Wilmott-Newman (Mar Georgius I) em 10 de Abril de 1944.
Bispo Charles Dennis Boltwood em 06 de Julho de 1956.
Bispo Emmet Neil Enochs em 19 de Maio de 1963
Bispo Frederick Charles King.
Patriarca Viktor Ivan Busa (Giovanni Vittorio Marie Busa) em 10 de Outubro de 1972.
Arcebispo Juan Ignacio Cariaga y Cariaga em 27 de Agosto de 1983

segunda-feira, 16 de janeiro de 2012

Arcebispo determina que convertidos das "Assembléias de Deus" sejam batizados por trípice imersão.

Sua excelência o arcebispo Makarios determinou ontem que tres fiéis convertidos da chamada "Assembléias de Deus"que é uma seita pentecostal e que foram lá batizados por uma única imersão,sejam batizados em absoluto por tríplice imersão como é o uso e costume de nossa igreja,ainda mais que nós tambem seguimos o calendário patrístico.Dom Makarios disse que existe uma pratica seguida por algumas seitas de batizar apenas em nome do Senhor Jesus,o que não um batismo válido,e por termos levantado algumas dúvidas já que o pastor que batizou estes fiéis perteceu a seita unitaria do "tabernáculo da fé"que batiza somente em nome de Jesus.Mesmo usando a forma trinitária se ele não crê na Trindade santa o batismo foi ínvalidado e como existe muita confusão entre os pentecostais,devem ser recebidos pelo batismo e não somente pelo santo myron."Precisamos tratar os mistérios de Deus a nós confiados com seriedade e profunda reverência".O batismo precisa ter certeza de sua validade,porque senão estamos correndo o risco de deixar essas pobres almas que caminharam na heresia montanista a caminho da perdição eterna e essa história de batismo de desejo ou batismo de sangue não existe,existe um só batismo com água.Arquidiácono Yohanan,secretario da arquidiocese,em paz e comunhão com Sua Santidade Alexander IX.

domingo, 15 de janeiro de 2012

São Pio V e doutrina imutavel da missa.

"E a fim de que todos, e em todos os lugares, adotem e observem as tradições da Santa Igreja Romana, Mãe e Mestra de todas as Igrejas, decretamos e ordenamos que a Missa, no futuro e para sempre, não seja cantada nem rezada de modo diferente do que esta, conforme o Missal publicado por Nós, em todas as Igrejas (...) Da mesma forma decretamos e declaramos que os Prelados, Administradores, Cônegos, Capelães e todos os outros Padres seculares, designados com qualquer denominação, ou Regulares, de qualquer Ordem, não sejam obrigados a celebrar a Missa de outro modo que o por Nós ordenado; nem sejam coagidos e forçados, por quem quer que seja, a modificar o presente Missal, e a presente Bula não poderá jamais, em tempo algum, ser revogada nem modificada, mas permanecerá sempre firme e válida, em toda a sua força (...) Assim, portanto, que a ninguém absolutamente seja permitido infringir ou, por temerária audácia, se opor à presente disposição de nossa permissão, estatuto, ordenação, mandato, preceito, concessão, indulto, declaração, vontade, decreto e proibição (...) Se alguém, contudo, tiver a audácia de atentar contra estas disposições, saiba que incorrerá na indignação de Deus Todo-poderoso e de seus bem-aventurados Apóstolos Pedro e Paulo." (Bula Quo Primum Tempore, 14.07.1570)

Para não esquecer os ensinamentos da santa igreja católica.

Mirari Vos - Gregório XVI

Mirari Vos
Papa Gregório XVI

Sobre os principais erros de seu tempo

Carta encíclica do Papa Gregório XVI promulgada em 15 de agosto de 1832.




  • A Rebelião dos ímpios, causa de seu silêncio 
  • Lamentação dos males atuais
  • Para corrigi-los, os Bispos devem trabalhar unidos à Cátedra de Pedro
  • Imutabilidade da doutrina e disciplina da Igreja
  • Defesa do celibato clerical
  • Caracteres do matrimônio cristão
  • Condenação do indiferentismo religioso
  • Delírio da liberdade de consciência
  • Monstruosidade da liberdade de imprensa
  • Condenação da rebeldia contra as legítimas autoridades
  • Males da separação da Igreja e do Estado
  • Liberdade do mal que certas associações apregoam
  • O remédio desses males está na palavra de Deus
  • Os governantes devem auxiliar a Igreja 
  • Esperança em Maria


Veneráveis irmãos,
Saúde e Bênção Apostólica.

A Rebelião dos ímpios, causa de seu silêncio

1. Creio-vos admirados, porque desde que sobre Nós pesa o cuidado da Igreja universal, ainda não vos dirigimos Nossas cartas, como o costume arraigado da Igreja e Nossa benevolência para convosco o reclamam. Mui veemente era, em verdade, o desejo de abrir-vos Nosso coração e, ao comunicar-vos Nossa palavra, fazer-vos ouvir aquela mesma voz, pela qual Nos foi ordenado, na pessoa de Pedro, confirmar nossos irmãos (Lc 22,23). Mas bem sabeis que a procela de males e aflições que nos combateu desde os primeiros momentos de Nosso pontificado, ergueu-se, subitamente, qual vagalhão tão impetuoso que, se não Nos deplorais qual náufrago da terrível conspiração dos ímpios é mercê de um esforço da onipotência divina. Com o coração alanceado pela tristíssima consideração de tantos males, não se tem ânimo para relembrar tamanha amargura; preferimos, pois, bendizer ao Pai de toda consolação que, humilhando os perversos, Nos livro do presente perigo e, acalmando a turbulenta tempestade, Nos permitiu respirar. Então Nos propusemos a dar-vos conselhos para pensar as chagas de Israel, mas o grande número de cuidados que pesou sobre Nós, enquanto conciliávamos o restabelecimento da ordem pública, foi causa de mais tardança. A insolência dos ímpios que tentaram, de novo, arvorar a bandeira da rebelião, foi novo motivo de Nosso silêncio. E Nós, ainda que com tristeza indizível, vimo-Nos obrigado a reprimir, com pulso firme, (1 Cor 4,21), a contumácia daqueles homens, cujo furor se exaltava de mais a mais, longe de se abrandar pela constante impunidade e pela Nossa clemência. E desde então podeis muito bem deduzir que Nossos cuidados se tornaram mais constantes. 

Mas, havendo já tomado posse do pontificado na Basílica de Latrão, consoante costume estabelecido por Nossos maiores, e que fora retardada pelas causas supraditas, sem dar azo a mais delongas, damo-Nos pressa em dirigir-vos a presente carta, testemunho de Nosso afeto para convosco, neste dia gratíssimo, em que celebramos a solene festa da gloriosa Assunção da Santíssima Virgem, a fim de que aquela que Nos foi protetora e salvadora em gravíssimas calamidades, Nos seja propícia, iluminando-Nos o intelecto com celeste inspiração, para dar-vos os conselhos mais conducentes à santificação da grei cristã.

Lamentação dos males atuais

2. Em verdade, triste e com o coração dolorido, dirigimo-Nos a vós, a quem vemos cheios de angústia, ao considerar a crueldade dos tempos que fluem para com a religião que tanto estremeceis. Na verdade, poderíamos dizer que esta é a hora do poder das trevas para joeirar como o trigo, os filhos de escol (Lc 22,53); 'a terra ficou infeccionada pelos seus habitantes, porque transgrediram as leis, mudaram o direito, romperam a aliança eterna' (Is 24,5). Referimo-Nos, Veneráveis Irmãos, aos fatos que vedes com vossos próprios olhos e todos choramos com as mesmas lágrimas. A maldade rejubila alegre, a ciência se levanta atrevida, a dissolução é infrene. Menospreza-se a santidade das coisas sagradas, e o culto divino, que tanta necessidade encerra, não é somente desprezado, mas também vilipendiado e escarnecido. Por esses meios é que se corrompe a santa doutrina e se disseminam, com audácia, erros de todo gênero. Nem as leis divinas, nem os direitos, nem as instituições, nem os mais santos ensinamentos estão ao abrigo dos mestres da impiedade.

Combate-se tenazmente a Sé de Pedro, na qual pôs Cristo o fundamento de sua Igreja; forçam-se e rompem-se, momentaneamente, os vínculos da unidade. Impugna-se a autoridade divina da Igreja e, espezinhados os seus direitos, é submetida a razões terrenas; com suma injúria, fazem-na objeto do ódio dos povos, reduzindo-a a torpe servidão. O clamoroso estrondo de opiniões novas ressoa nas academias e liceus, que contestam abertamente a fé católica, não já ocultamente e por circunlóquios, mas com guerra cura e nefária; e, corrompidos os corações dos jovens pelos ensinamentos e exemplo dos mestres, cresceram desproporcionadamente o prejuízo da religião e a depravação dos costumes. Por isso, rompido o freio da religião santíssima, somente em virtude da qual subsistem os reinos e se confirma o vigor de toda potestade, vemos campear a ruína da ordem pública, a desonra dos governantes e a perversão de toda autoridade legítima; e a origem de tantas calamidades devemos buscá-la na ação simultânea daquelas sociedades, nas quais se depositou, como em sentina imensa, quanto de sacrilégio, subversivo e blasfemo acumularam a heresia e a impiedade em todos os tempos.

Para corrigi-los, os Bispos devem trabalhar unidos à Cátedra de Pedro

3. Estas coisas, Veneráveis Irmãos, e outras muitas, talvez de maior gravidade, que seria prolixo referi-las e que vós conheceis perfeitamente, Nos obrigam a experimentar dor amarga e constante, pois, constituído na Cátedra do Príncipe do Apóstolos, é mister que o zelo pela casa de Deus Nos consuma. E sabedores, em razão de Nosso múnus, de que não é suficiente deplorarem-se tantos males, mas que se faz necessário remediá-los com todas as nossas forças, recorremos à vossa fé e imploramos a vossa solicitude pela grei católica, Veneráveis Irmãos, porque a vós cabe a virtude e a religião, a singular prudência e constância, que Nos encorajam e consolam em meio a tantas desgraças.

A Nós toca o dever de levantar a voz e envidar todos os esforços, para que o javali não destrua a vinha e o lobo não destroce o rebanho; devemos dar-lhes pábulo tão salutar, que nem de leve sequer sejam suspeitos. Longe de Nós, e mui longe, que os pastores faltem ao seu dever, abandonando covardemente as ovelhas, quando tantos males nos afligem e tantos perigos nos cercam, e que, sem cuidar da grei, se manchem com o ócio e a negligência. Façamos, pois, causa comum, digo melhor, a de Deus e, de espírito uno, porfiemos contra o inimigo comum, com uma só intenção com um só esforço.

4. Tudo isto cumprireis plenamente, se, segundo vosso dever, cuidardes de vós mesmos e da doutrina, tendo sempre presente que a Igreja universal repele toda novidade (S. Caelest. PP., ep. 21 ad episc. Galliar.) e que, conforme conselho do Pontífice Santo Agatão, nada se deve tirar daquelas coisas que hão sido definidas, nada mudar, nada acrescentar, mas que se devem conservar puras, quanto à palavra e quanto ao sentido (Ep. ad imp. apud Labb. Tomo II, p. 235, Ed. Mansi). Daqui surgirá a firmeza da unidade, que se radica, em seu fundamento, na Cátedra de Pedro, a fim de que todos encontrem baluarte, segurança, porto bonançoso e tesouro de inumeráveis bens, justamente onde as Igrejas possuem a fonte de seus direitos (S. Innocent. Papa, ep. II, apud Constat.). Para reprimir, portanto, a audácia dos que ora intentam infringir os direitos desta Sé, somente na qual se apoiam e recebem vigor, preciso é incular um profundo sentimento de fidelidade e veneração para com ela, clamando, a exemplo de São Cipriano, que em vão protesta estar na Igreja o que abandonou a Cátedra de Pedro, sobre a qual está fundada (S. Cypr., De unitate eccles.).

5. Deveis, pois, trabalhar e vigiar assiduamente, para guardar o depósito da fé, apesar das tentativas dos ímpios, que se esforçam por dissimulá-lo e desvirtuá-lo. Tenham todos presente que o julgar da sã doutrina, que os povos têm de crer, e o regime e o governo da Igreja universal é da alçada do Romano Pontífice, a quem foi dado por Cristo pleno poder, para apascentar, reger e governar a Igreja universal, segundo os ensinamentos legados pelos Padres do Concílio de Florença (Sess. 25, in definit. apud Labb., tom. 18, col. 527. Edit. Venet.). Portanto, todo Bispo deve aderir fielmente à Cátedra de Pedro, guardar o depósito da fé santa e apascentar religiosamente o rebanho de Deus que lhe foi confiado. Os presbíteros estejam sujeitos aos Bispos, considerando-os, segundo aconselha São Jerônimo, como pais da alma (Ep. 2 ad Nepot., a. 1, 24); e jamais esqueçam que os cânones mais antigos lhes vedam o desempenho de qualquer ministério, o ensino e a pregação sem licença do Bispo, a cujo cuidado foi condiado o povo e de quem se hão de pedir contas das almas (Ex can., app 33 apud Labb., tomo I, p. 38, edt. Mansi.). Por fim, tenha-se por certo e estável que, quantos intentarem contra esta ordem estabelecida, enquanto depender de sua parte, perturbam o estado da Igreja.

Imutabilidade da doutrina e disciplina da Igreja

6. Reprovável seria, na verdade, e muito alheio à veneração com que se devem acolher as leis da Igreja, condenar, somente por néscio capricho de opinião, a doutrina que foi por ela sancionado, na qual estão contidas a administração das coisas sagradas, a regra dos costumes e dos direitos da Igreja, a ordem e a razão dos seus ministros, ou então acoimá-la de oposicionista a certos princípios de direito natural, julgando-a deficiente e imperfeita, ou ainda sujeitando-a à autoridade civil.

Constando, com efeito, como reza o testemunho dos Padres do Concílio de Trento (Sess. 13, dec. de Eucharistia in proœm.), que a Igreja recebeu sua doutrina de Jesus Cristo e dos seus Apóstolos, e que o Espírito Santo a está continuamente assistindo, ensinando-lhe toda a verdade, é por demais absurdo e altamente injurioso dizer que se faz necessária uma certa restauração ou regeneração, para fazê-la voltar à sua primitiva incolumidade, dando-lhe novo vigor, como se fosse de crer que a Igreja é passível de defeito, ignorância ou outra qualquer das imperfeições humanas; com tudo isto pretendem os ímpios que, constituída de novo a Igreja sobre fundamentos de instituição humana, venha a dar-se o que São Cipriano tanto detestou: que a Igreja, coisa divina, se torne coisa humana (Ep. 52, edit. Baluz.). Pensem, pois, os que tal supõem, que somente ao Romano Pontífice como atesta São Leão, tem sido confiada a constituição dos cânones; e que somente a ele, que não a outro, compete julgar dos antigos decretos dos cânones, medir os preceitos dos seus antecessores para moderar, após diligente consideração, aquelas coisas, cuja modificação é exigida pela necessidade dos tempos (Ep. ad. episc. Lucaniae).

Defesa do celibato clerical

7. Reclamamos, aqui, também a vossa invicta constância para combater a torpíssima conspiração que se tem tramado contra o celibato clerical, a qual, como sabeis, cresce de momento para outro, porque com os falsos filósofos do nosso século fazem coro alguns eclesiásticos que, esquecidos da sua dignidade e estado, e aliciados pela voluptuosidade, chegaram a licenciosidade tal, a ponto de em alguns lugares se atreverem a pedir publicamente faculdade aos príncipes para infringir tão santa disciplina. Mas causa-nos rubor falar extensamente de intentos tão torpes e, confiado em vossa piedade, pedimo-vos que, com todas as forças e apoiados nas prescrições dos sagrados cânones, custodieis, defendais, e vindiqueis, em toda sua integridade, aquela lei de tamanha gravidade, contra a qual os inimigos assestam seus dardos.

Caracteres do matrimônio cristão

8. Reclama também nosso especial cuidado aquela união santa dos cristãos, chamada pelo Apóstolo sacramento grande em Cristo e na Igreja (Ef 5,33; Heb 13,4), para que não se diga e nem se tente dizer algo quer contra a santidade quer contra a força indissolúvel deste vínculo. O mesmo Nos recordara Nosso antecessor Pio VIII, de santa memória, com não pouca insistência; mão obstante, seus esforços não foram bastantes para sustar todo o mal. Devemos, pois, ensinar aos povos que o matrimônio, legitimamente contraído, já não pode ser dissolvido, e que os unidos pelo matrimônio forma, por vontade de Deus, sociedade perpétua com vínculos tão íntimos que só a morte os pode dissolver. Tenham presente que o matrimônio pertence às coisas sagradas, e está sujeito à Igreja; tenham-se presentes as leis que sobre ele há ditado a Igreja; obedeçam-lhe santa e escrupulosamente, pois dela dependem a eficácia, força e justiça da união. Não admitam, de forma alguma, algo que esteja em oposição aos sagrados cânones ou aos decretos dos concílios, pois não desconhecem o mau resultado que necessariamente hão de acarretar as uniões que se fazem contra a disciplina da Igreja, sem implorar a proteção de Deus, somente por leviandade, sem pensar no sacramento e nem nos mistérios que nele são significados.

Condenação do indiferentismo religioso

9. Outra causa que tem acarretado muitos dos males que afligem a Igreja é o indiferentismo, ou seja, aquela perversa teoria espalhada por toda parte, graças aos enganos dos ímpios, e que ensina poder-se conseguir a vida eterna em qualquer religião, contanto que se amolde à norma do reto e honesto. Podeis, com facilidade, patentear à vossa grei esse erro tão execrável, dizendo o Apóstolo que há um só Deus, uma só fé e um só batismo (Ef 4, 5): entendam, portanto, os que pensam poder-se ir de todas as partes ao porto da Salvação que, segundo a sentença do Salvador, eles estão contra Cristo, já que não estão com Cristo (Lc 11,23), e os que não colhem com Cristo dispersam miseramente, pelo que perecerão infalivelmente os que não tiverem a fé católica e não a guardarem íntegra e sem mancha (Simbol. Sancti Athanasii); ouçam S. Jerônimo, do qual se diz que quanto alguém tentara atraí-lo para a sua causa, dizia sempre com firmeza: O que está unido à Cátedra de Pedro é o meu (S. Hier., ep. 57). E nem alimentem ilusões porque estão batizados; a isto calha a resposta de Santo Agostinho que diz não perder o sarmento sua forma quando está amputado da vide; porém, de que lhe serve, se não tira sua vida da raiz? (In Ps. contra part. Donat.).

Delírio da liberdade de consciência

10. Dessa fonte lodosa do indiferentismo promana aquela sentença absurda e errônea, digo melhor disparate, que afirma e defende a liberdade de consciência. Este erro corrupto abre alas, escudado na imoderada liberdade de opiniões que, para confusão das coisas sagradas e civis, se estendo por toda parte, chegando a imprudência de alguém se asseverar que dela resulta grande proveito para a causa da religião. Que morte pior há para a alma, do que a liberdade do erro! dizia Santo Agostinho (Ep. 166). Certamente, roto o freio que mantém os homens nos caminhos da verdade, e inclinando-se precipitadamente ao mal pela natureza corrompida, consideramos já escancarado aquele abismo (Apoc 9,3) do qual, segundo foi dado ver a São João, subia fumaça que entenebrecia o sol e arrojava gafanhotos que devastavam a terra. Daqui provém a efervescência de ânimo, a corrupção da juventude, o desprezo das coisas sagradas e profanas no meio do povo; em uma palavra, a maior e mais poderosa peste da república, porque, segundo a experiência que remonta aos tempos primitivos, as cidade que mais floresceram por sua opulência, extensão e poderio sucumbiram, somente pelo mal da desbragada liberdade de opiniões, liberdade de ensino e ânsia de inovações.

Monstruosidade da liberdade de imprensa

11. Devemos tratar também neste lugar da liberdade de imprensa, nunca condenada suficientemente, se por ela se entende o direito de trazer-se à baila toda espécie de escritos, liberdade que é por muitos desejada e promovida. Horroriza-Nos, Veneráveis Irmãos, o considerar que doutrinas monstruosas, digo melhor, que um sem-número de erros nos assediam, disseminando-se por todas as partes, em inumeráveis livros, folhetos e artigos que, se insignificantes pela sua extensão, não o são certamente pela malícia que encerram, e de todos eles provém a maldição que com profundo pesar vemos espalhar-se por toda a terra. Há, entretanto, oh que dor! quem leve a ousadia a tal requinte, a ponto de afirmar intrepidamente que essa aluvião de erros que se está espalhando por toda parte é compensada por um ou outro livro que, entre tantos erros, se publica para defender a causa da religião. É por toda forma ilícito e condenado por todo direito fazer um mal certo e maior, com pleno conhecimento, só porque há esperança de um pequeno bem que daí resulte. Porventura dirá alguém que se podem e devem espalhar livremente venenos ativos, vendê-los publicamente e dá-los a tomar, porque pode acontecer que, quem os use, não seja arrebatado pela morte?

12. Foi sempre inteiramente distinta a disciplina da Igreja em perseguir a publicação de livros maus, desde o tempo dos Apóstolos, dos quais sabemos terem queimado publicamente muitos deles. Basta ler as leis que a respeito deu o V. Concílio de Latrão e a constituição que ao depois foi dada a público por Leão X, de feliz recordação, para que o que foi inventado para o progresso da fé e a propagação das belas artes não sirva de entrave e obstáculo aos Fiéis em Cristo (Act. Concílio Lateran. V, ses. 10; e Constituição Alexand. VI 'Inter multiplices').O mesmo procuraram os Padres de Trento que, para trazer remédio a tanto mal, publicaram um salubérrimo decreto para compor um índice de todos aqueles livros que, por sua má doutrina, deviam ser proibidos (Conc. Trid. sess. 18 e 25). Há que se lutar valentemente, disse Nosso predecessor Clemente XIII, de piedosa memória; há que se lutar com todas as nossas forças, segundo o exige a gravidade do assunto, para exterminar a mortífera praga de tais livros, pois o erro sempre procurará onde se fomentar, enquanto não perecerem no fogo esses instrumentos de maldade (Encíclica 'Christianae', 25 nov. 1776, sobre livros proibidos). Da constante solicitude que esta Sé Apostólica sempre revelou em condenar os livros suspeitos e daninhos, arrancando-os às suas mãos, deduzam, portanto, quão falsa, temerária e injuriosa à Santa Sé e fecunda em males gravíssimos para o povo cristão é aquela doutrina que, não contente com rechaçar tal censura de livros como demasiado grave e onerosa, chega até ao cúmulo de afirmar que se opõe aos princípios da reta justiça e que não está na alçada da Igreja decretá-la.

Condenação da rebeldia contra as legítimas autoridades

13. Mas, tendo sido divulgadas, em escritos que correm por todas as partes, certas doutrinas que lançam por terra a fidelidade e submissão que se devem aos príncipes, com o que se alenta o fogo da rebelião, deve-se vigiar atentamente para que os povos, enganados, não se afastem do caminho do bem. Saibam todos que, como disse o apóstolo, toda autoridade vem de Deus e todas as que existem foram ordenadas por Deus. Aquele, pois, que resiste à autoridade, resiste à ordem de Deus e se condena a si mesmo (Rom 13, 2). Portanto, os que com torpes maquinações de rebelião se subtraem à fidelidade que devem aos príncipes, querendo tirar-lhes a autoridade que possuem, ouçam como contra eles clamam todos os direitos divinos e humanos.

14. Não era este, certamente, o proceder dos primeiros cristãos, os quais, para obviar a tão grave falta, mesmo que em meio das terríveis perseguições suscitadas contra eles, se distinguiram por seu zelo em obedecer aos imperadores e em lutar pela integridade do império, como provaram, quer no pronto cumprimento de quanto lhes era ordenado (sempre que não se opusesse à sua fé de cristãos), quer vertendo seu sangue nas batalhas, pelejando contra os inimigos do império. Os soldados cristãos, diz Santo Agostinho, serviram fielmente aos imperadores infiéis, mas quando se tratava da causa de Cristo, outro imperador não reconheceram que o dos céus. Distinguiam o Senhor eterno do senhor temporal; e não obstante, pelo primeiro obedeciam ao segundo (In Ps. 124. n. 7.). Assim o entendia certamente o glorioso mártir S. Maurício, invicto chefe da legião Tebana, quando, segundo refere Euquério, disse ao seu imperador: Somos, ó imperador, teus soldados, mas também servos que com liberdade confessamos a Deus; vamos morrer, e não nos rebelamos; nas mãos temos nossas armas, e não resistimos porque antes de nos rebelarmos preferimos morrer (S. Eucher. apud Ruinart, Act. ss. mm. de Ss Maurit. et Soc., n. 4). E esta conduta dos primeiros cristão brilha com esplêndidos fulgores; pois é de se notar que, além da razão, não faltava aos cristãos, nem a força do número nem o esforço da valentia, se quisessem lutar contra seus inimigos. Somos de ontem, diz Tertuliano, e já ocupamos todas as vossas casas, cidades, ilhas, municípios, os mesmos acampamentos com suas tribos e decúrias, os palácios, o senado, o fórum... De que luta não seremos capazes, mesmo com forças inferiores, os que morremos tão alegremente, só porque em nossa disciplina é mais lícito morrer do que matar? Se, negando-vos a cooperação de nossas forças, nos retirássemos a um lugar distante da terra, a perda de tantos e tais cidadãos teria enfraquecido vosso domínio, digo melhor, quiçá o houvésseis perdido; não há duvidar que vos espantareis com vossa própria solidão... não encontrareis a quem comandar, teríeis mais inimigos que cidadãos; mas agora, ao contrário, deveis ao grande número dos cristãos o terdes menos inimigos (In apologet., cap. 37).

15. Estes exemplos preclaros de inquebrantável sujeição aos príncipes, baseados nos santíssimos preceitos da religião cristã, condenam a insolência e a gravidade dos que, instigados por torpe desejo de liberdade sem freios, outra coisa não se propõem do que calcar os direitos dos príncipes e reduzir os povos a mísera escravidão, enganando-os com aparências de liberdade. Este foi o objetivo dos valdenses, dos begardos, dos wiclefitas e de outros filhos de Belial que foram a desonra do gênero humano, tantas vezes anatematizados pela Sé Apostólica. Sem outro motivo senão o de se congratularem com Lutero por haver rompido todo vínculo de dependência, esses inovadores se esforçam audazmente por perpetrar as maiores maldades.

Males da separação da Igreja e do Estado

16. Mais grato não é também à religião e ao principado civil o que se pode esperar do desejo dos que procuram separar a Igreja e o Estado, e romper a mútua concórdia do sacerdócio e do império. Sabe-se, com efeito, que os amadores da falsa liberdade temeram ante a concórdia, que sempre produziu resultados magníficos, nas coisas sagradas e civis.

Liberdade do mal que certas associações apregoam

17. A muitas outras coisas de não pouca importância, que Nos trazem preocupado e enchem de dor, devem-se acrescer certas associações ou assembléias, as quais, confederando-se com sectários de qualquer religião, simulando sentimentos de piedade e afeto para com a religião, mas na verdade possuídas inteiramente do desejo de novidades e de promover sedições em toda parte, pregam liberdades de tal jaez, suscitam perturbações nas coisas sagradas e civis, desprezando qualquer autoridade, por mais santa que seja.

O remédio desses males está na palavra de Deus

18. Com o coração, pois, transido de tristeza, mas confiante inteiramente n’Aquele que manda aos ventos e acalma as tempestades, escrevemos estas coisas, Veneráveis Irmãos, para que, armados da couraça da fé, combatais galhardamente os combates do Senhor. É dever vosso manter dentro dos limites todo aquele que se levanta contra a ciência do Senhor. Pregai a palavra de Deus, para que tenham pasto saudável os que desejam a justiça; pois fostes eleitos para serdes cultivadores diligentes da vinha do Senhor; trabalhai, todos unidos, com empenho, para arrancar as más raízes do campo que vos foi confiado e para que, reprimido todo germe de vício, ali mesmo floresça copiosa a messe das virtudes. Abraçai, de modo especial, e com afeto paternal, aos que se dedicam à ciência sagrada e à filosofia, exortando-os e guiando-os a fim de que não aconteça que, estribando-se imprudentemente em suas forças, se afastem do caminho da verdade, para seguir as sendas dos ímpios. Entendam que Deus é Senhor da sabedoria e emendador dos sábios (Sab. 7, 15) e que é impossível compreender a Deus sem Deus (S. Irineu, lib. 14, cap. 10); Deus, que pelo Verbo ensina aos homens a conhecer Deus. É próprio de homens soberbos ou antes néscios querer sujeitar ao critério humano os mistérios da fé, que ultrapassam a capacidade humana, confiando unicamente em nossa razão, que por natureza é débil e fraca.

Os governantes devem auxiliar a Igreja

19. Finalmente, secundem os príncipes estes nossos santos desejos de feliz êxito das coisas sagradas e profanas com seu poder e autoridade, pois não a receberam somente para o governo temporal, mas também para a defesa e guarda da Igreja. Saibam que, quanto se faz em favor da Igreja, destina-se, ao mesmo tempo, ao bem-estar e à paz do império; convençam-se sempre mais que devem maior estima à causa da fé que à do reino, e que serão maiores se, segundo S. Leão, à sua coroa de reis se ajuntar a da fé. Já que tem sido constituídos como pais e tutores dos povos, proporcionar-lhes-ão verdadeira felicidade e tranqüilidade, se dirigirem seus cuidados especialmente para conservar incólume a religião daquele Senhor, cujo poder está expressado naquela passagem do salmo: Rei dos reis e Senhor dos que dominam.

Esperança em Maria

20. E para que todos estes desejos se realizem propícia e felizmente, elevemos nossos olhares e mãos à Santíssima Virgem Maria, a única que destruiu todas as heresias e constitui a nossa maior esperança (S. Bernardo, sem. De nativitate B. M. V., 57). Peça Ela mesma, com sua intercessão poderosa, para que nossos desejos, conselhos e ações sejam coroados do êxito mais feliz, nesta grande necessidade do povo cristão. Peçamos humildemente aos Apóstolos S. Pedro e S. Paulo o dom de permanecermos firmes e constantes em não permitir e nem querer outro fundamento que aquele sobre o qual estamos cimentados. Apoiado nesta doce esperança, esperamos que o autor e consumador da fé, Cristo Jesus, nos consolará nestas grandes tribulações, e, em penhor do divino auxílio, damo-vos, Veneráveis Irmãos, e às ovelhas que vos foram confiadas, a Benção Apostólica.

Dada em Roma, em Santa Maria Maior, dia da Assunção da Bem-aventurada Virgem Maria, 14 de Agosto do ano do Senhor de 1832, segundo de Nosso Pontificado.

Gregório XVI, PAPA.

Fonte: Montfort